La Política Tributaria nacional, según se autodefine en el sitio web institucional, entiende en el "diseño de la política impositiva, aduanera y de la seguridad social e impulsamos instrumentos que promuevan el desarrollo económico y la equidad federal". La implementación legislativa requiere, sin dudas, del Congreso Nacional.

La recaudación de tributos nacionales, correspondiente al año 2022, informada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) en su página oficial, aporta datos interesantes:

  • El total recaudado fue de $ 19.982.483 millones.
  • La recaudación de Impuestos fue de $ 13.410.445 millones, la de Seguridad Social fue de $ 4.283.488 millones y la de Derechos Aduaneros, de $ 2.288.549 millones.

Los recursos tributarios que aportaron la mayor recaudación son los siguientes: IVA neto de devoluciones (29,18%), Ganancias (23,60%), Seguridad Social (21,44%), Recursos Aduaneros (11,45%), de los cuales los tan cuestionados Derechos a la Exportación participaron con el 8,25%. Todo esto suma un poco más del 85% de la recaudación.

En lo que respecta a impuestos "cuestionados", que tienen efectos indeseados o son distorsivos para la actividad privada, podemos ver lo siguiente:

  • El impuesto sobre los débitos y créditos bancarios (Ley 25.413) aportó el 6,72% de la recaudación.
  • El impuesto sobre los bienes personales aportó el 2,11%.
  • El impuesto PAIS el 1,74%

Algunas conclusiones que podemos extraer del análisis de estas cifras son bien contundentes:

  • La mayor recaudación proviene de un impuesto regresivo como es el IVA. Es un impuesto que se traslada al precio del consumidor final, todos pagan lo mismo, sin importar su nivel de ingresos ni su patrimonio. Los sectores más necesitados pagan en el precio el mismo impuesto que los más pudientes, de ahí su regresividad.
  • En materia del impuesto a las Ganancias sobre Personas Humanas, aquí también el impuesto termina recayendo en conceptos que no son ganancias, sino ingresos. Con los valores de las deducciones personales (mínimo no imponible, cargas de familia y deducción especial) tan distorsionados -en el caso de los autónomos, muy alejados de la realidad; para los asalariados, muy sujetos a decisiones políticas discrecionales- el impuesto no respeta un principio básico: la capacidad contributiva.
  • El impuesto a las Ganancias de las Sociedades también llama a reflexión. Las alícuotas progresivas introducidas en el año 2021 (la mayoría empresas aplicó la del 30% o 35%) también atentan contra la competitividad regional (Uruguay y Chile tienen una tasa del 25% y del 25/27%, respectivamente).
  • Siguen los impuestos a la Seguridad Social, que atentan por su alta incidencia en la generación de nuevos puestos de trabajos, en algunos casos contra la formalización del empleo.
  • Los Derechos de Exportación (las "retenciones"), recurso tributario que muy pocos países utilizan (doce en total), no sólo desincentivan a la expansión internacional de nuestra economía, sino que pone en una mejor situación competitiva a nuestros vecinos, invitando a empresas locales a mudarse, además de ir en sentido contrario a la necesidad de divisas de nuestro Banco Central.
  • El impuesto sobre los Bienes Personales aporta muy poco para los problemas que trajo y trae. Se recordará que las alícuotas diferenciales introducidas a finales del año 2019 para los bienes situados en el exterior originaron que muchos empresarios y emprendedores emigraran/emigren hacia otros países (donde consumen, tributan, invierten y desarrollan). ¿Todo eso a cambio de un 2% de recaudación? A la luz de los hechos, no fue muy sensata la idea.
  • El impuesto sobre los débitos y créditos bancarios aportó poco más de un 6% de la recaudación. Ahora bien, ¿qué rol juega en la formalización de la economía? ¿Permite aprovechar la ola de modernidad, crecimiento y formalización de las plataformas electrónicas de venta o de las billeteras virtuales? Justamente, sucede lo contrario. Sube los costos transaccionales, lo cual lleva a retomar el comercio tradicional, donde es más fácil la informalidad.

Repasando la frase del inicio, vemos que el sistema tributario lejos está de aportar "instrumentos que promuevan el desarrollo económico y la equidad federal". Las necesidades recaudatorias y las decisiones tomadas a las apuradas o para congraciar ideas de la política -sin sustento técnico- van en sentido contrario a facilitar el cumplimiento, incentivar el crecimiento económico, la generación de empleos, la expansión internacional de nuestros productos y servicios. El Congreso Nacional lejos estuvo de receptar la necesidades de la población (Diputados) ni de las provincias y la CABA (Senadores).

Sin dudas, es hora de simplificar el sistema tributario, eliminando impuestos distorsivos, y de bajar la presión fiscal, en algunos casos corrigiendo la medición de bases imponibles irreales, en otros reduciendo alícuotas. De lo contrario, nuestro país no va a ser competitivo, y en ese caso va a ser difícil subir las tasas de empleo, de crecimiento económico y de una verdadera equidad federal. El gasto público también tiene que hacer su esfuerzo, hay que ponerle fin al despilfarro.