Una regla esencial en finanzas es tener en claro el objetivo a perseguir y conseguir. Cualquier individuo puede obtener un retorno de inversión aceptable -denominado “promedio - con solo alocar parte de sus ahorros en un fondo índice (o ETF); sin mucho esfuerzo obtendrá lo que se conoce como los “retornos de mercado . Los cuales, en horizontes amplios y en activos simples, pueden generar mejor performance que el esfuerzo colectivo de muchos gestores activos, nutridos de buen músculo analítico y computo.

Sin embargo, los inversores quieren más: quieren ser “exitosos . Quieren batir al mercado. Ya sea por un desafío intelectual o por unos puntos más de dinero. Para ello debe contar con “suerte o con una capacidad de interpretación de los hechos superior al “consenso de mercado . Debe pensar sobre algo que otro no pensó, no vio, reaccionar -emocionalmente- de forma contraria y aprovecharse (y detectar) los errores de aquellos otros "compañeros". Tarea nada sencilla.

Invertir consiste esencialmente en un solo evento: relacionarse de la mejor manera con la incertidumbre que el futuro propone. Si el futuro fuese conocido por todos, invertir no sería desafiante ni tampoco rentable. Así por tanto, en estas semanas, el inversor con dinero para invertir esta casi obligado a flexibilizar su filosofía de inversion, a mirar los mercados desde otra perspectiva pero con convicción propia.

El mercado de bonos de las principales economías (E.U.A, Australia, Alemania, entre otras) tienen una pendiente invertida (bonos de próximo vencimiento tienen mayor rendimiento que aquellos bonos a diez o cinco años), señalando posibles resultados: (i) principales países vivirán el inicio de una “incipiente recesión producto de la incertidumbre en el comercio y la política; (ii) que las expectativas sobre retornos prospectivos -a futuro- han disminuido tanto como la inflación y crecimiento esperado o (iii) la gestación de una profecía autocumplida ("se aproxima una recesión a pesar de los datos nos son concluyentes para responder a cómo ni cuándo") lleva a los inversores a comprar títulos de deuda soberana con retorno nominal cercano a cero y real menor a cero (véase el magro rendimiento después de quitar una inflación cercana al 2% en un bono alemán, americano, británico, chileno o escandinavo) para “protegerse ante una debacle.

Así el riesgo de invertir viene principalmente de precios (muy) altos, los cuales derivan de un exceso de optismo e inadecuado escepticismo sobre los resultados posibles o indiferencia sobre bajos retornos (“los retornos son los que son ). Un inversor no necesita quemarse para aprender que no debe sentarse sobre una estufa encendida, sin embargo, en tiempos de euforia, se olvidan estos cuidados.

¿Nos encontramos en un contexto de optimismo o pesimismo? El primer lugar por revisar para obtener una respuesta son los precios de bonos y acciones. Hoy en día un bono del tesoro americano cotiza a 50 veces su renta, en términos porcentuales paga al año un 2%, y los bonos europeos ofrecen retornos nominales y reales negativos. Es decir, si Ud. les presta $100 apenas logrará comprarse una lata de gaseosa o un chocolate de marca en el quiosco de esos países. Aproximadamente, según datos disponibles en el BIS y Bloomberg, casi 13 trillones de dólares (25% del monto total de la deuda emitida) rinde negativo. Inclusive, la deuda soberana o corporativa “high yield (baja calidad crediticia) hoy día tienen rendimientos muy bajos o negativos (tres ejemplos sencillos son Nokia, Ball Corp, y Altice Europe).

Ampliando un poco más el espectro, el rendimiento de inmuebles en ciudades americanas está entre el 3% al 5% anual mientras que en el interior de las provincias un 7%. En Europa, los inmuebles han disminuido sus retornos futuros (hoy cercanos al 4% anual en las principales ciudades, siendo “el interior de cada país las plazas con mejores retornos en renta y apreciación) como consecuencia del incremento en precio de las propiedades en España, Alemania y sobre todo Portugal. En Argentina, la rentabilidad es menor que en los países mencionados, más aún considerando el pago de impuestos y alguna protección (futuros de moneda) contra posibles depreciaciones del peso argentino.

Las principales acciones americanas se venden 22 veces sus ganancias (prometiendo un 5% anual), las empresas alemanas cotizan a 19 veces sus ganancias (7% de rendimiento) y las empresas coreanas a 17 veces las mismas (7% de rendimiento). El promedio histórico de los últimos veinte años es cercano a 15 veces ganancias. Ahora bien, que empresas sin mucho misterio como Coca Cola, Walmart, Nike o Nestlé tengan cotizaciones mayores al promedio antes mencionado y al propio de su historia indica de momento que el sentido común no está presente en humor del mercado.

En pocas palabras, el escenario que enfrenta hoy un inversor (individuos, empresas y fondos) se describe con pocos lugares baratos donde poner el dinero a trabajar; dificultad de pedir un margen de seguridad amplio; la obtención de retornos se da fuera de casa donde lleva mas tiempo entender el idioma y cultura.

¿Qué activo cuidara mejor vuestra riqueza, real estate, los bonos o las acciones? Los bonos no parecen ser el lugar, sus ingresos son fijos y lo que prometen de rendimiento casi cero. Las acciones tienen un agregado particular, pueden aumentar sus precios al ritmo de la inflación y el retorno al capital es muy superior al rendimiento de cualquier bono soberano y corporativo. Como atestigua las tablas de esta nota, las empresas americanas logran invertir el dinero de un inversor casi al 18% mientras que las europeas a 15% y las coreanas al 10%.

A pesar de esto, un estudio reciente del estudio Berstein, en Estados Unidos, demostró con datos fácticos que hoy existe una discrepancia entre las valoraciones de diferentes países idéntica a las ocurridas en las reversiones de 1990 y 2001.

De tal manera, si el inversor cree que la mayoría de los activos “están caros y que “tarde o temprano los fundamentos y el sentido común se harán presentes puede optar por tener todo en efectivo a pesar de que la inflación “coma poder de compra. Lo cual es fácil de decir, pero difícil de ejecutar aún más cuando toda la evidencia demuestra que los seres humanos no saben elegir el momento de compra y venta.

El mundo está al revés como consecuencia de la represión financiera (tasa de interés reales negativas), la compra de acciones y bonos por los bancos centrales y la proliferación de fondos de gestión pasiva. Así entonces, ser inversor requiere tener una capacidad de segundo orden.

*Javier Frachi. Analista de negocios, Máster en Finanzas