De cara al próximo ciclo, la discusión está dominada por la macroeconomía. Al analizar los desafíos de la nueva gestión el énfasis se pone en analizar cuáles deberían ser las medidas de un programa económico que conduzca la macro hacia el equilibrio. Hay dos puntos centrales: el primero es cómo cerrar las brechas fiscal y externa que han tendido a profundizarse de la mano de las medidas monetarias y fiscales expansivas que ha estado poniendo en práctica el gobierno en esta etapa pre-electoral. El segundo es si las medidas correctivas del sucesor deberían ser de shock o graduales.

Sin embargo, no deberíamos perder de vista que la macro se ordena para que funcione la microeconomía y da la impresión de que no se está prestando suficiente atención a la compleja situación sectorial. En este sentido, es relevante considerar que en muchos casos existe una rentabilidad muy deteriorada y que no está claro cuál será la capacidad de distintos sectores para soportar la transición hacia una macroeconomía más estable. El punto que genera incertidumbre es qué performance tendrán para soportar la transición que le dará sustentabilidad a su negocio.

Será clave entonces, el diseño e implementación eficaz de políticas transversales que apunten a “igualar la cancha”. Hoy el país presenta una macroeconomía inestable y un marco regulatorio y jurídico deteriorado que desalienta la llegada de capitales de riesgo. Por lo que será necesario avanzar sobre la denominada competitividad sistémica, que abarca tanto la estabilidad macroeconómica, la solidez del marco institucional, una infraestructura competitiva y un mercado de capitales que apalanque las decisiones de inversión.

Sin embargo, las políticas transversales no son suficientes para crecer. Para crecer hay que ocuparse de la productividad y eso es ocuparse de la micro. Las malas condiciones actuales hacen necesario considerar cuál es la capacidad y voluntad de los principales sectores económicos de soportar la transición hacia un nuevo ciclo de expansión y ello dependerá también de cada empresa.

El sector productor de granos está transitando actualmente el período decisivo de inversión en los cultivos, por lo cual analizan muchos factores. Por el efecto de caída de los precios, sumado a la suba de costos en dólares y las regulaciones internas, en el último año muchos productores que no son propietarios (más del 65% de la tierra cultivada), lograron apenas empatar los costos o perdieron.

En este marco, la principal apuesta es que en 2016, cuando sea el momento de la cosecha gruesa, las condiciones sean diferentes de modo tal que el sector vuelva a ser rentable. La expectativa está puesta en un cambio en la política comercial que limita las exportaciones de granos, principalmente maíz y trigo.

Las economías regionales enfrentan una situación complicada en la que el precio de sus productos a nivel internacional está cayendo, mientras que los costos internos en dólares suben. En lo que va de 2015, mientras que los costos logísticos crecieron 7,7% interanual en dólares y los salarios 16,7%, el precio promedio de exportación cayó desde un 9% en las manzanas y hasta un 28% en la uva. Para volver a competir en el mercado internacional, en el corto plazo los productores requerirán una corrección del tipo de cambio, ya que el mercado interno continuará con dificultades para absorber la producción. Pero además, deberá mejorarse la competitividad sistémica revisando los derechos de exportación y la reducción de los costos logísticos.

La industria se contrae hace 22 meses. La baja es generalizada en casi todos los sectores, observándose la mayor caída en el caso de la automotriz, que se contrajo un 21,2% en 2014 y este año, retrocedería alrededor de 8,7%. Entre las causas de este comportamiento se encuentran el estancamiento del mercado interno, la falta de acceso a divisas para adquirir insumos necesarios para la producción y la delicada situación del mercado brasileño, principal socio comercial que afecta especialmente a la producción de automóviles.

En la etapa de transición, el principal desafío será mejorar la competitividad para incrementar la inserción externa y hacer frente a la mayor competencia extranjera que podría surgir ante un eventual relajamiento de las restricciones a la importación.

Pero para atraer inversiones será clave que se eliminen las restricciones al acceso de divisas, las trabas a la importación de insumos y se den señales de un marco de negocios competitivo que permita mayores aportes de capital.

La construcción estuvo entre los más dinámicos durante 2003-2011, más que duplicando el crecimiento del PIB en ese período. Sin embargo, la instauración del cepo cambiario marcó un quiebre y a partir de entonces mostró un estancamiento. El sector inmobiliario se vio todavía más afectado, sufriendo una caída de casi 50% desde fines de 2011.

En los primeros meses de este año, la construcción está registrando un rebote, traccionado por la obra pública, lo que se asocia a la carrera electoral. De todos modos, también se ha recuperado la actividad privada, impulsada por la estabilidad del tipo de cambio, pero sobre todo por la expectativa del fin del cepo cambiario a partir del cambio de ciclo que se prevé para 2016, lo que adelantó inversiones.

En este marco, las correcciones previstas para el año próximo podrían darle un nuevo impulso a la actividad. La convergencia a un tipo de cambio real más débil y la unificación prevista del mercado cambiario (algo que no será inmediato) impactarán positivamente sobre el sector, reactivando a su vez la demanda inmobiliaria.

Mientras tanto, si se quiere recomponer el crecimiento, la infraestructura deberá adquirir un rol clave en el próximo ciclo, lo que también significará una mayor demanda para la construcción.

El consumo, luego de ser la estrella del crecimiento en la década pasada, se vio golpeado en 2014 a partir de una caída del salario real, el retroceso del empleo y el empeoramiento de las condiciones crediticias. Sin embargo, en lo que va de 2015 ha mostrado ciertos indicios de mejora en un marco de mayor estabilidad del poder adquisitivo y el empleo. El resultado ha sido un leve repunte de las ventas en supermercados y comercios minoristas, pero no tanto en shoppings.

De cara a 2016 este sector deberá prepararse para enfrentar nuevos desafíos, ya que si se materializan las correcciones macro, el consumo se verá afectado en el corto plazo.

Las correcciones macro tendrán efectos de magnitud sobre las distintas ramas económicas, y muchas de ellas contarán con escasos márgenes para hacer frente a nuevos embates.

Ante esta delicada situación, será necesario que el nuevo gobierno genere la expectativa de que la economía cambió de vía y que comenzará a recorrer el camino de la productividad. El equipo económico deberá mostrar que cuenta con un programa consistente para estabilizar y hacer crecer la economía de manera sustentable. No es fácil, pero no parece que haya otra vía que lleve al crecimiento.