Es cierto lo que afirma el periodista Fernando Niembro cuando se defiende de las acusaciones contra su persona argumentando que se trata de una campaña sucia. Ninguno de los dirigentes que lo denuncia lo hace por amor a la ética sino para perjudicarlo como candidato a diputado del PRO y sacarle ventaja electoral. Ahora bien. El problema de las campañas sucias es cuando encuentran suciedad. Y las explicaciones ofrecidas en torno a la contratación de la productora de la que fue socio Niembro no parecen a priori sólidas ni convincentes. Será la Justicia entonces la que tenga la última palabra.
Claro que mientras los tiempos arbitrarios de la Justicia transcurren, los votantes podrán hacerse su propio juicio creyéndole al candidato o a sus denunciantes. Veintiún millones de pesos del presupuesto que financian los porteños con sus impuestos es muchísimo dinero y corresponde que Niembro brinde todas las respuestas que le demanden. De ese modo, se sabrá si hubo o no un delito. Lo que ya se sabe es que no resultó el mejor postulante para el PRO porque es vulnerable.
¿Es el kirchnerismo el sector político ideal para hacer denuncias por corrupción? No puede serlo un Gobierno que tiene al vicepresidente Amado Boudou doblemente procesado por fraude al Estado y a la Presidenta investigada por el modo en que creció su fortuna familiar. Pero ni Boudou ni Cristina son candidatos. El mismo sayo de Niembro sí podría caberle en cambio a Máximo Kirchner, a quien investigan por cifras más altas que las del periodista y queen octubre se convertirá en diputado.