Una imagen que circula en las redes sociales grafica la triste realidad argentina. Setenta años después, la misma esquina de Luján vuelve a exhibir el drama de la inundación, como postal de una realidad que atraviesa a la región pampeana y refleja la desidia gobernante para atender un problema presente con una solución futura.
Se apunta al fenómeno climático de "El Niño", conocido hace ya varios años por los argentinos. También a los canales aliviadores clandestinos del campo y a la pérdida de zonas de absorción por la construcción desmedida de barrios privados, permitida por las propias autoridades sin medir su impacto ambiental. Se aumentan subsidios, se otorgan créditos blandos y se aplican exenciones impositivas como un mero paliativo. Pero el agua sigue subiendo, como lo hizo en noviembre pasado, como sucede en cada sudestada, y la solución de fondo nunca llega.
La falta de planificación y políticas de Estado para resolver las carencias en materia de infraestructura se evidencian ante cada crisis, en que las respuestas no escapan a una reiterada declaración de emergencia, mientras la realización de las obras necesarias sigue en lista de espera. Los presupuestos se subejecutan y los fondos se destinan a lo inmediato, aquello de lo que se puede obtener un rédito político antes de abandonar el cargo.
Sin embargo y pese a la demora, el canal aliviador del arroyo Maldonado en la Capital fue un saludable ejemplo de que radicales, peronistas, socialistas y macristas pueden avanzar en una obra más allá de sus propias administraciones. Es necesario aplicar esa lógica con mayor asiduidad para evitar males mayores. Pensar en la gente antes que en las urnas.