El día viernes pasado, la Oficina de Estadísticas Laborales de los EEUU publicó el informe de creación de empleo correspondiente al mes de marzo. Luego de las cifras dispares surgidas en enero (312.000) y febrero (33.000), durante el mes analizado se generaron 196.000 nuevos puestos de trabajo; cifra que arroja para el primer trimestre una robusta generación mensual neta promedio de 180.000 posiciones. Esta cifra señala una desaceleración respecto al promedio de 200.000 del 2018 pero, de todas maneras, habla bien a las claras de la actual solidez del mercado laboral estadounidense.
Asimismo, en el mismo informe, se publicaron la ganancias promedio por hora, la tasa de desempleo y la participación de la fuerza laboral (indicador de la proporción de población en edad de trabajar respecto al total que forma parte del mercado de trabajo, ya sea trabajando o en búsqueda de empleo).
Respecto al primer indicador, las ganancias respecto al mes anterior apenas aumentaron un 0,1%, llevando el incremento anual al 3,2%. Este último valor ha puesto poca presión sobre los precios, ya que los incrementos de productividad tendieron a atenuarlo.
Por su parte, el nivel de desempleo repitió su valor del 3,8% del mes pasado, lo cual indica una situación de pleno empleo que, sin embargo al menos por ahora, resulta manejable dentro de un contexto de crecimiento del PBI del orden del 2% anual.
En lo que hace a la participación laboral, la misma ha caído mes a mes un 2%, alcanzando un 63% la cual- si bien elevada- podría volver al anterior 65%, aumentando la fuerza laboral y, por lo tanto, descomprimiendo eventuales presiones inflacionarias por suba de salarios.
El escenario anteriormente descripto se compadece con la visión actual de la Reserva Federal (Fed) la cual, en su última reunión de marzo pasado, afirmó que el mercado laboral estaba sólido y que la tasa de desempleo era baja pero que, sin embargo, la inflación actual era del orden de su target del 2% y las expectativas de suba de precios en el largo plazo se mantenían estables.
Asimismo, debe mencionarse que el resto de los indicadores laborales – como, por ejemplo, el pedido de seguro de desempleo- no hacen más que confirmar la actual fortaleza de la demanda de trabajo por parte del mercado.
Sin embargo -por lo mencionado anteriormente respecto a una menor generación promedio de empleo respecto al período anual 2018, una mayor productividad, una eventual mayor participación laboral y la presente desaceleración de la economía- es dable de esperar que la información de pleno empleo suministrada por el Departamento de Trabajo no cambie la actual y nueva posición de la Fed en el sentido de dejar de lado –por lo menos hasta fin de año- nuevas subas de tasas.
Este escenario cambia, entonces, la anterior posición de la autoridad monetaria que estimaba por lo menos dos subas adicionales de la tasa de aquí a fin de año; lo cual la hubiera llevado del actual 2,5% a un nivel del 3%.
En conclusión, a pesar de un mercado laboral en pleno empleo, a la fecha la entidad considera que no es conveniente seguir el anterior camino de suba de la tasa; con lo cual también ayudaría a detener la mencionada desaceleración que se está dando actualmente en la economía de los EE UU. Habrá que seguir entonces con suma atención la evolución de las eventuales presiones inflacionarias que -en el futuro- puedan generar los salarios vis a vis el grado de desaceleración de los niveles de actividad. Cuanto menor sea la presión inflacionaria del mercado laboral y más se demore la salida de la desaceleración, mayor será el ciclo temporal de estabilidad de la tasa de referencia de la Fed; con todo lo positivo que ello implica, no sólo para las ganancias empresarias sino también para el alivio de la carga de intereses de los países fuertemente endeudados, en especial los emergentes.