Se ha escrito ya bastante acerca del inexplicable derrotero por el cual las elecciones de legisladores bonaerenses y autoridades comunales en la provincia de Buenos Aires proyectarán un efecto ahora incalculable en la política nacional. Habrá que decir que el propio Gobierno nacional en las últimas semanas abrazó la causa de que la volatilidad de la economía estaba unida a las aguas turbulentas que habrá que atravesar entre este domingo y el 26 de octubre, cuando, a su juicio, se confirmará la supremacía de La Libertad Avanza en materia electoral, y en ese caso, habrá obtenido carta franca para imponer el programa económico sin entorpecimiento del Congreso, nido que cobija mandriles y enemigos del progreso, se sabe. Las dificultades que hasta anoche quedaron planteadas en el Congreso se alimentaron también de otras de gestión oficial, que permiten por lo menos poner en duda el argumento. Pero aun concediendo razón a los voceros oficiales, empezando por el presidente Javier Milei, los analistas jugaron sus últimos cartuchos preelectorales planteando que después de los comicios bonaerenses quedan materias pendientes de otra carrera, no necesariamente la política. Los economistas de MAP, por ejemplo, lo plantearon de este modo: "La inestabilidad financiera actual no responde únicamente al riesgo electoral (...) Más allá de lo coyuntural, y pese al superávit fiscal y a la buena performance que supo mostrar el programa, el riesgo país de Argentina no logró converger con el de sus pares de la región, lo que refleja que hay factores estructurales que limitan una compresión sostenida". Una reflexión similar corrió por cuenta de 1816, consultora de la City que supo poner en agenda y forzó esta semana el blanqueo de la política de intervención del Tesoro en el dólar. Al analizar los dichos de Pablo Quirno en una entrevista televisiva del miércoles, en la que el Secretario de Finanzas insistió con que se mantendrán hasta las elecciones de octubre tasas muy altas e intervención en el tipo de cambio, arriesgó que así "el Gobierno parece dispuesto a asumir que las cosas se deterioren tanto en estos meses que, incluso con un buen resultado para el oficialismo, poselecciones los bonos queden cotizando en niveles que dificulten mucho imaginar el rollover de los vencimientos de deuda externa en un futuro previsible". En Ese camino estuvo arado por lo que el mercado considera traspiés del propio equipo económico, supuestos escándalos y fallida gestión política en el Congreso. Los analistas de Cohen detectaron una caída el Índice Merval en dólares de 13% en solo un mes. "Teníamos una visión optimista para agosto, creyendo que el mercado se anticiparía al resultado de las elecciones nacionales del 26 de octubre, tomando como referencia que el Gobierno iba a contar con un escenario más constructivo para el riesgo local luego de las elecciones bonaerenses, considerando que el kirchnerismo perdió en las últimas cuatro intermedias en PBA. Entre los factores que afectaron esta percepción resaltamos dos: el estancamiento del nivel de actividad, condicionado por tasas de interés reales en máximos históricos -insostenibles en el largo plazo y que presionan sobre la renta variable-, y la creciente percepción del mercado de que existe una alta probabilidad de un triunfo del kirchnerismo, cuando antes se descontaba lo contrario (...) Claramente, un escenario en el que el kirchnerismo supere el 42% de los votos y/o logre una diferencia mayor al 7% frente al oficialismo complicaría el escenario hacia las elecciones del 26 de octubre". Para considerar los peores escenarios para el Gobierno las diferencias deberían ser de cinco a diez puntos abajo. Para la mayoría del mercado una victoria del oficialismo en las urnas es condición necesaria para que se consolide el rumbo, pero, al decir de MAP, no alcanza para que la volatilidad se reduzca de manera sostenida. Aunque si, "una derrota podría intensificar la incertidumbre, desanclar expectativas y derivar en un escenario significativamente más adverso".