El dato que transmitió Mauricio Macri ayer no solo representa una mejora en su calificación como presidente, sino un activo con alto valor político de cara al 2019 y a la relación con sus socios de Cambiemos. La reducción de la pobreza a 25,7% implica que en el segundo semestre casi dos millones de personas quedaron arriba de esa línea, al conseguir ingresos superiores al costo de la canasta básica de consumo.

Macri dijo desde el primer día que iba a pedirle a la sociedad que lo evaluara por una meta excluyente: el nivel de pobreza con el que finalizará su gestión. Con la idea fuerza de llegar a 0 (es solo un objetivo declamado), esta baja de casi cuatro puntos porcentuales sorprendió a propios y extraños. Si bien muchos dirigentes de PRO y el radicalismo todavía esperan que el plan económico consiga una reducción efectiva de la inflación, no se puede pasar por alto el logro alcanzado en esta materia.

El resultado le devuelve fortaleza al gradualismo y al trabajo del equipo que comanda Marcos Peña. Si hay un elemento que contribuyó, sin duda fue el repunte de la construcción. En algún recuento, el gabinete debería agradecerle a Federico Sturzenegger su fe inclaudicable en las UVA, el indexador que permitió revivir el crédito hipotecario y con ello todo el rubro inmobiliario.

Es un hecho real que esta mejora en los ingresos que se traduce en una menor pobreza, no se dio por la creación de empleo de calidad sino por un aumento de la informalidad. Esta asignatura sigue pendiente, e inevitablemente se mantendrá ligada a la "lluvia de inversiones". Pero a la vez le da fuerza el ministro Jorge Triaca para reabrir el debate sobre la reforma laboral.

Según Ecolatina, si la economía sigue creciendo a 3% anual, la pobreza podría incluso quedar por debajo de 20% a fin de 2019. Al peronismo le costará convivir con ese dato. Mucho más enfrentarlo electoralmente.