El tránsito de la Argentina hacia las elecciones de medio término encuentra a un país con su economía pausada, en el que las tensiones políticas se acumulan hasta derivar en escenas violentas, como la vivida por el presidente Javier Milei durante un acto de campaña -le arrojaron piedras en Lomas de Zamora cuando realizaba una caravana junto a sus candidatos-, y las obligaciones financieras demandan un esfuerzo para mantener el rumbo del plan que incrementa la carga futura. Licitación tras licitación de títulos públicos, el equipo económico ha optado por recurrir a convalidar un aumento de las tasas con intereses capitalizables, junto a una suba de encajes remunerados, antes de dejar librados a la voluntad de los bancos pesos que podrían buscar dolarizarse y, con ello, impulsar la inflación. Un mecanismo que enfría a la economía además de plantear, en la visión de los analistas, la necesidad de un mayor esfuerzo fiscal para mantener las cuentas en orden y que reflotó en la memoria de algunos actores económicos el viejo interés de Milei por el modelo de la Banca Simons, en el que los depósitos a la vista o en caja de ahorro están cubiertos por un encaje del 100%. El lunes ese guarismo alcanzará al 53%, el mayor nivel desde 1993, mientras que la tasa para colocar títulos a solo un mes en la última licitación superó el 75% anual. Como si fuera poco, en dos semanas el Tesoro deberá afrontar otra licitación fuerte y nadie se anima a arriesgar qué pasará con la tasa, sobre todo teniendo en cuenta que tres días antes se realizarán las elecciones bonaerenses. El resultado refleja un deterioro de las expectativas que creció de la mano de las dificultades políticas que encontró el Gobierno en el Congreso. No solo por el efecto inmediato en las cuentas públicas de la aprobación de iniciativas opositoras o la caída de vetos presidenciales sino, fundamentalmente para quienes deben definir si concretan inversiones, por el grado de incertidumbre que genera la posibilidad de que las reformas previstas para la segunda etapa de la gestión no sean revertidas en el Parlamento. El propio viceministro de Economía, José Luis Daza, reconoció públicamente que el Gobierno está condicionado por el resultado de las elecciones legislativas del 26 de octubre próximo. "Mucha gente está esperando la sostenibilidad política de este proyecto", admitió, para remarcar que el riesgo país bajará y, con ello, los mercados internacionales se abrirán recién luego de que la administración Milei pueda acelerar las reformas estructurales. Esperar dos meses para resolver ese enigma parece, en estas condiciones, un tiempo demasiado prolongado. Y atar el futuro del plan a ese resultado supone un riesgo mayúsculo, cuando el escándalo de los audios y las peleas con ex socios en el Congreso mellan la imagen oficial. Recuperar expectativas resulta clave para el Gobierno. Quizá el 7 de septiembre, los comicios bonaerenses den una pista de lo que vendrá.