A todos los gobiernos les llega el momento en el que, tarde o temprano, descubren que noticias trascendentes para la gestión, ya sea por el resultado mismo o por el tiempo que demandó internamente concretar una medida, se vuelven insulsas en términos de impacto. Algo de eso es lo que le está pasando a Javier Milei con la inflación, que obviamente es una noticia relevante cuando aumenta pero no lo tanto cuando baja. Lo primero suele ser percibido como una falla de política económica, aunque no lo sea, y cuando ocurre lo segundo, pasa a ser parte de la "nueva normalidad". Cuando el Indec dio a conocer ayer el 1,6% que anotó el IPC de junio, todos los analistas aceptaron que se trató de una cifra mejor de lo que esperaba el mercado. Sigue contribuyendo fuerte elrubro Alimentos, que tuvo una suba de apenas 0,6%, en particular por la caída que exhibieron los precios estacionales de frutas y verduras. Está claro que el desafío que tiene el Gobierno es conseguir acortar la brecha entre los dos grandes capítulos del índice, Bienes y Servicios, ya que son los segundos los que mantienen el promedio mensual más cerca de 2% que de 1%. Hay tarifas que están alineadas con la variación del dólar, como la que corresponde al transporte público, y otras que están subordinadas al recorte de los subsidios, como son las de gas y electricidad. Como alcanzar el equilibrio fiscal es una de las tres anclas del plan, ni Milei niLuis Caputo se han mostrado dispuestos a pisar las tarifas más de lo aconsejable, porque eso implicaría ponerle un techo a la rebaja del gasto en subsidios. Por esa razón eliminar la inflación no figura entre los objetivos de corto plazo. Al Gobierno le alcanza con que se achique la Canasta Básica Total y la Canasta Alimentaria, porque sus variaciones son las que definen las líneas de pobreza y de indigencia. Habrá que ver si la ratificación del sendero descendente que muestran estas cifras recupera su valor a la hora de evaluar la gestión en las urnas en octubre. Porque el desafío que le aparece ahora a La Libertad Avanza es que atacar la "inflación", una meta central en la estrategia electoral del Gobierno, dejo de ser una preocupación en la agenda cotidiana. La superan el temor a que el dinero no alcance y la inseguridad. Es una meta que empieza a ser considerada cumplida (sensación que desaparecerá si algún sube más de la cuenta). La sociedad empieza a mirar ahora los resultados que Milei todavía no alcanzó, como si la posibilidad de un evento interno o externo que impacte en los precios no existiera. Le "corren la cancha", diría el expresidente Eduardo Duhalde. Lo que no dejan de hacer, por las dudas, es seguir comprando dólares. El plan Colchón funciona, pero no en el sentido que quiere Caputo.