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Un estudio reciente de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) reveló un hallazgo alarmante: los chicles, una golosina cotidiana, pueden liberar microplásticos directamente en nuestra saliva.
Este descubrimiento abre una nueva vía de exposición a estos contaminantes invisibles, también conocidos como "asesinos silenciosos", lo que plantea serias preocupaciones sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente.
Asesino silencioso: por qué los chistes son una fuente de microplásticos
Según el estudio, tanto los chicles sintéticos como los naturales liberan partículas de microplásticos cuando se mastican.
Estos microplásticos provienen de los polímeros utilizados en la fabricación de los chicles, como el polietileno, polipropileno y el PET (tereftalato de polietileno), entre otros.
Microplásticos liberados por gramo: en promedio, cada gramo de chicle libera unas 100 partículas de microplásticos.
Liberación máxima de partículas: algunas piezas de chicle llegaron a liberar hasta 637 partículas de microplásticos por gramo.
Ingestión anual estimada: si una persona consume entre 160 y 180 chicles al año, podría estar ingiriendo alrededor de 30.000 microplásticos solo por masticar chicle.
Liberación en los primeros minutos: el 94% de los microplásticos se liberan en los primeros 8 minutos de masticado, con la mayor cantidad liberada en los primeros 2 minutos.
Chicles sintéticos vs naturales: ¿Realmente hay diferencia?
Aunque se pensaba que los chicles sintéticos, hechos a base de polímeros derivados del petróleo, liberarían más microplásticos, el estudio muestra que tanto los chicles sintéticos como los naturales liberan cantidades similares de partículas plásticas.
Esto sugiere que incluso los chicles etiquetados como "naturales" pueden contener microplásticos, probablemente debido a la contaminación cruzada durante su procesamiento o ingredientes añadidos.
Impacto en la salud: ¿Cuáles son las consecuencias?
Los microplásticos presentes en los chicles no solo representan un riesgo potencial para la salud humana, sino también para el medio ambiente. Estos son algunos de los principales impactos:
Riesgos para la salud: los microplásticos pueden atravesar barreras biológicas como la pared intestinal o la placenta, lo que aumenta los riesgos para la salud a largo plazo.
Contaminación ambiental: el mal manejo de los chicles masticados, como arrojarlos al suelo, contribuye a la contaminación plástica en el medio ambiente, afectando suelos y cuerpos de agua.
¿Cómo reducir la exposición a los microplásticos de los chicles?
A pesar de los riesgos asociados con los microplásticos en los chicles, existen algunas medidas que se pueden tomar para reducir la exposición:
Masticar más tiempo una misma pieza: en lugar de cambiar de chicle constantemente, es preferible masticar una misma pieza durante más tiempo para reducir la liberación de microplásticos.
Desarrollo de productos biodegradables: se debería trabajar en la reformulación de los chicles para hacerlos realmente biodegradables, eliminando los polímeros sintéticos.
Mayor transparencia en el etiquetado: las marcas deben ser más transparentes y detallar los materiales y componentes utilizados en sus productos.
Educación al consumidor: es fundamental concienciar a los consumidores sobre el consumo responsable y el correcto desecho de los chicles, para minimizar su impacto ambiental.
El estudio de UCLA nos recuerda que los microplásticos no solo están presentes en nuestros alimentos, ropa y el aire, sino también en productos cotidianos como el chicle. Este hallazgo subraya la necesidad urgente de repensar los materiales utilizados en la fabricación de productos de consumo masivo.
Si se toman medidas para reducir la liberación de microplásticos, podríamos avanzar hacia un futuro más saludable y sostenible, incluso en lo más pequeño, como un chicle.