

La Corona de los Andes es hoy un imán para visitantes en Nueva York. La pieza, forjada en Popayán, reúne oro y decenas de esmeraldas que narran siglos de historia y devoción. Su presencia en vitrinas extranjeras despierta mezcla de orgullo y reclamo entre quienes conocen su pasado.
Documentos y registros museográficos confirman que la corona fue creada para la imagen de la Virgen de la Asunción en Popayán. Sus partes más antiguas datan de los siglos XVI-XVII. Luego se fueron sumando arcos y aditamentos hasta convertirse en la pieza monumental que conocemos.
La increíble historia de la Corona de los Andes
La Corona de la Virgen de la Asunción fue hecha en Popayán (actual Colombia) y recibió esmeraldas extraídas en minas de la región. Con el paso del tiempo, la pieza salió del uso religioso y acabó en colecciones privadas, para luego entrar en circuitos de subasta y exhibición internacional.

Registros del museo y crónicas periodísticas detallan su trayecto: fabricación en Popayán, uso en procesiones religiosas, venta en el siglo XX y posterior aparición en exposiciones en EE.UU. hasta su adquisición por una institución neoyorquina.
Cómo terminó en manos extranjeras
La corona fue vendida en el siglo XX y pasó por manos privadas y casas de subasta. Exposiciones como la Feria Mundial de 1939 la hicieron conocida entre el público masivo. En décadas recientes apareció en colecciones y exhibiciones en EE. UU., donde la restauraron y documentaron para mostrar su técnica de orfebrería.
Este tránsito no estuvo exento de controversia. En Colombia, académicos y autoridades culturales han cuestionado la venta y planteado la discusión sobre préstamos, acuerdos de exhibición y posibles rutas de repatriación. El debate combina derecho, memoria y diplomacia cultural.
Qué deben saber los visitantes antes de verla en Nueva York
El Museo Metropolitano de Arte (MET) que la alberga incluye fichas técnicas y material audiovisual que explican su origen, su fabricación en Popayán y su composición. Las visitas permiten ver de cerca detalles de la orfebrería, las esmeraldas y las inscripciones que la conectan con prácticas religiosas coloniales.

Si vas al museo, revisa horarios y guías en la web oficial. La pieza invita a mirar con interés estético y preguntas históricas: ¿qué significa hoy preservar patrimonio que viajó lejos? Esa pregunta queda abierta en cada vitrina donde brilla la corona.











