En la madrugada del 22 de mayo de 2025, el barrio porteño de Villa Crespo quedó consternado cuando la Policía halló sin vida a la familia Seltzer-Leguizamón dentro de su departamento: Laura Leguizamón (50) había apuñalado a su esposo, Bernardo Seltzer (53), con tres cuchilladas mientras dormía y luego atacó a sus hijos Ian (15) e Ivo (13) con entre diez y doce estocadas cada uno; después se autolesionó en el pecho y las muñecas y murió en el baño.
Los forenses confirmaron que la mujer utilizó al menos dos cuchillos y que no hubo signos de defensa en el marido, mientras que los adolescentes intentaron escapar. En la escena se encontró una carta manchada de sangre y frascos vacíos de psicofármacos, indicios de que Leguizamón atravesaba una crisis psiquiátrica que habría desencadenado el brote homicida.
La tragedia en Buenos Aires que estremeció al barrio porteño de Villa Crespo dejó una pregunta que sobrevuela ahora tanto hospitales como mesas familiares: ¿qué pudo llevar a una madre a asesinar a su esposo y a sus dos hijos antes de quitarse la vida?
Mientras la justicia argentina avanza, especialistas apuntan a un fenómeno psiquiátrico muy raro, casi exótico en Occidente, pero documentado desde hace siglos.
¿Qué es el síndrome de Amok y por qué se relaciona con el crimen?
El posible detonante de los asesinatos seguido de suicidio es el síndrome de Amok, un estallido repentino de furia homicida que termina, casi siempre, con el suicidio del agresor. El término proviene del sudeste asiático y significa "atacar con ira ciega".
Aunque no figura como diagnóstico independiente en el DSM-5, psiquiatras lo consideran un "síndrome cultural" capaz de cruzar fronteras cuando confluyen depresión, aislamiento y acceso a armas blancas o de fuego.
La conmoción vuelve a poner en foco la salud mental: ¿podríamos detectar a tiempo el riesgo de un episodio así en nuestro entorno? ¿Existen señales previas o todo ocurre en segundos? Mientras Colombia recuerda la Masacre de Pozzetto de 1986, expertos insisten en que la prevención comienza en la conversación cotidiana y en un sistema de salud accesible.
"El Amok no es un ataque impulsivo cualquiera; es una fuga mental en la que la persona siente que su única salida es arrasar con todo y luego desaparecer", explica la psiquiatra María Rivas, citada por El Litoral.
En el caso de Laura Leguizamón, los investigadores hallaron recetas de sertralina y olanzapina vacías, indicio de que habría abandonado el tratamiento días antes. "Cuando un paciente interrumpe la medicación y combina depresión con aislamiento, el riesgo se multiplica", añade Rivas.
Según el portal especializado Psicología y Mente, el síndrome de Amok suele ir precedido de semanas de pesadumbre silenciosa, irritabilidad y frases fatalistas. "El trabajo preventivo donde podría encontrarse mayor eficacia es el seguimiento terapéutico sostenido", subraya el psicólogo Óscar Castillero Mimenza en un artículo académico.
Aunque su prevalencia es bajísima, la literatura médica describe episodios similares en Alemania, Estados Unidos y, más cerca, en la Argentina de 2004 (Masacre de Carmen de Patagones).
Señales de alarma: cómo detectar un posible Amok antes de que sea demasiado tarde
Para los expertos, las pistas no aparecen de golpe. Un cambio brusco de rutinas, abandono de tratamientos, frases como "no puedo más" o compras repentinas de armas deben activar una alerta.
El comisario Esteban Henain Gari, jefe de Policía Científica porteña, reveló que en el departamento se encontró una carta con la frase "Fue mucho. Los amo. Lo siento", prueba de una crisis psicótica en desarrollo.
En Colombia, la historia trae ecos inquietantes. La Masacre de Pozzetto (Bogotá, 1986), perpetrada por Campo Elías Delgado, comparte patrones con la definición clásica de Amok: aislamiento prolongado, rencor acumulado y un final suicida tras la matanza.
"Estos casos demuestran que un brote violento no es un rayo en cielo despejado; es la última página de un cuaderno que venía escribiéndose en silencio", advierte el psiquiatra forense Julián Martínez, consultado por La FM.
Tratamiento y prevención: el papel de la comunidad y del sistema de salud mental
El protocolo internacional indica contención inmediata y medicación de urgencia cuando el episodio está activo. A largo plazo, la clave está en terapia, psicofármacos y redes de apoyo.
Castillero Mimenza recuerda que "la fidelización con los tratamientos y el acompañamiento familiar marcan la diferencia entre una crisis controlada y una catástrofe".
En Colombia, la línea gratuita 106 de la Secretaría de Salud y la línea 123 Social reciben llamadas las 24 horas para crisis emocionales. En la Argentina, el número es 0800-345-1435.
Si algo deja la tragedia de Villa Crespo es la confirmación de que el síndrome de Amok no es un mito exótico, sino una posibilidad extrema cuando la depresión se junta con la falta de atención especializada. Detectar tempranamente comportamientos retraídos, discursos de odio hacia uno mismo o hacia los demás y la suspensión de medicación puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
La ciencia mental avanza, pero la primera trinchera está en casa: escuchar sin juzgar y tender la mano antes de que la furia silenciosa se convierta en un titular sangriento.