En Bogotá se respira incertidumbre. El presidente Gustavo Petro podría ordenar la salida del personal militar y de inteligencia de Estados Unidos, lo que marcaría un cambio histórico en la política de defensa.
El rumor surgió tras las declaraciones de Donald Trump, quien suspendió parte de la ayuda económica a Colombia y acusó al mandatario colombiano de "proteger al narcotráfico". El ministro Armando Benedetti lo desmintió, pero distintas fuentes admiten que la medida está en estudio.
La relación entre ambos países lleva meses deteriorándose. Petro acusa a Washington de injerencia, mientras Estados Unidos cuestiona su política antidrogas. En medio de esta tensión, el posible retiro se percibe como un acto de independencia soberana con fuerte costo político.
Petro estudia romper con décadas de cooperación
La alerta surgió luego de que Blu Radio filtrara un informe sobre "opciones de soberanía" en las bases conjuntas. Allí trabajan más de 800 efectivos estadounidenses en Palanquero, Tolemaida, Malambo, Apiay y Cartagena.
Aunque el Gobierno insiste en que "no hay decisión", diplomáticos y analistas reconocen que el simple debate ya debilita la cooperación militar. Esa alianza, central desde el Plan Colombia, ha sostenido operaciones contra el tráfico y las disidencias.
El acuerdo militar de 2009 fue clave: permitió a EE.UU. operar desde bases colombianas para tareas de inteligencia y entrenamiento. Aunque su validez técnica caducó, su aplicación siguió vigente por acuerdos posteriores.
Las consecuencias podrían ser inmediatas
Si la ruptura se concreta, el impacto técnico y operativo sería profundo. Colombia perdería acceso a imágenes satelitales, mantenimiento aéreo y asistencia logística que sostienen sus operaciones en zonas críticas.
Equipos fundamentales, como los helicópteros Black Hawk del Plan Colombia, dependen de proveedores norteamericanos. "La autosuficiencia militar no es inmediata; sería un golpe funcional directo", advirtió un exoficial del Ejército entrevistado por Caracol Radio.
Además, las labores de inteligencia conjunta quedarían suspendidas.
EE.UU. aporta software, comunicaciones encriptadas y entrenamiento a fuerzas especiales. Sin esa cooperación, el Estado colombiano afrontaría mayor dificultad para frenar el avance del narcotráfico.
Una nueva soberanía o un salto al vacío
Más allá del conflicto con Trump, la posible expulsión responde al reclamo de soberanía militar que Petro impulsa desde su campaña. El presidente apuesta por romper dependencias históricas y afianzar vínculos regionales con Brasil, México y China.
La Embajada de Estados Unidosrecordó en un comunicado su contribución a la seguridad regional mediante la donación de nuevas instalaciones militares valuadas en 5,5 millones de dólares. Si Bogotá cierra esa puerta, perdería apoyo financiero y técnico invaluable.
El dilema es claro: optar por una independencia simbólica o mantener una alianza que, pese a sus críticas, ha sido el escudo de Colombia durante veinte años. Petro, otra vez, enfrenta una decisión que puede reescribir la historia del país.