

China sorprendió a la comunidad internacional al presentar por primera vez el misil balístico intercontinental estratégico DF-5C, un sistema de combustible líquido con alcance global. Esta versión mejorada del histórico DF-5 incrementa significativamente la capacidad de carga y precisión de su antecesor, consolidando a Pekín como uno de los actores con mayor poder de disuasión nuclear en el mundo.
El anuncio se produjo durante un desfile militar en la plaza Tiananmén, donde también desfilaron misiles hipersónicos como el YingJi-21, el DongFeng-17 y el DongFeng-26D.
Esta demostración pública refuerza la percepción de que China avanza en la modernización de su arsenal estratégico y envía un mensaje directo a Estados Unidos y otras potencias sobre su creciente influencia militar y tecnológica.
China exhibe el misil DF-5C y refuerza su poder estratégico
China presentó públicamente por primera vez el misil balístico intercontinental DF-5C, un sistema de combustible líquido con capacidad para alcanzar cualquier punto del planeta. Esta versión actualizada de la serie DF-5, en servicio desde la década de 1970, representa un salto en el arsenal estratégico chino al incorporar mejoras en alcance y carga útil.
Según reportes internacionales, el DF-5C podría transportar hasta 10 ojivas de vehículos de reentrada con objetivos independientes (MIRV), lo que multiplica su capacidad de disuasión frente a las defensas antimisiles.
Las nuevas armas chinas y su impacto en la seguridad de Estados Unidos
El despliegue del DF-5C, junto con otros misiles presentados en el desfile militar en la plaza Tiananmén -como los hipersónicos YingJi-21, DongFeng-17 y DongFeng-26D-, envía una señal clara sobre la modernización del arsenal chino. Estos avances amplían el alcance y la versatilidad del poder militar del país asiático, colocándolo en un nivel comparable al de Estados Unidos y Rusia en materia de disuasión nuclear.

Expertos en defensa interpretan esta exhibición como un mensaje geopolítico que refuerza la capacidad de Pekín para proyectar poder y responder a presiones externas. Aunque no implica una amenaza inmediata, sí obliga a Washington a replantear su estrategia de seguridad y sus sistemas de defensa frente a un arsenal cada vez más sofisticado.










