El papa León XIV asumió al frente del Vaticano y con su asunción se retomaron muchas tradiciones que habían sido abandonadas por Francisco en el ámbito de la Iglesia Católica: recientemente se conoció la noticia de que el nuevo sumo pontífice reactivó un pago especial a un grupo de fieles que trabaja para la Santa Sede.
León XIV sorprendió a todo el personal del Vaticano luego de reestablecer una antigua tradición que había sido pausada por su predecesor, el papa Francisco, en 2013: se trata de un pago único durante la sede vacante, una bonificación que reconoce el esfuerzo de los trabajadores durante el período sin pontífice.
Esta medida fue originada hace más de 5 siglos y fue reactivada sin grandes anuncios durante las nóminas de junio. La suma ronda los 500 euros y será entregada a casi 5.000 empleados. En esta lista se incluyen a personal de la Curia, museos, medios de comunicación y otros servicios del Vaticano.
Sorpresa en el Vaticano: el papa León reestablece una tradición que beneficia a trabajadores
El papa Francisco optó por eliminar este beneficio económico en el marco de un plan de austeridad con el objetivo de obtener una mayor responsabilidad financiera dentro de la Santa Sede. Por eso, durante todos esos años se priorizó la canalización de esos fondos hacia obras sociales.
Si bien León XIV ha sostenido un gran número de políticas del mandato anterior, decidió recuperar este gesto simbólico hacia el personal del Vaticano, como una forma de destacar su valor histórico y humano. Muchas de estas intenciones, además, fueron expresadas por el papa en su primera audiencia con los trabajadores.
Distancia con Francisco: el mensaje del papa León sobre la fecundidad
En la celebración de la misa del Jubileo de la Santa Sede, el papa León XIV se distanció una vez más de Francisco y expresó sus diferencias con la visión pastoral de su predecesor. En ese sentido subrayó que la fecundidad auténtica de la Iglesia proviene del sacrificio y la entrega diaria de los creyentes.
Además, León recordó que la santidad no es una meta reservada para unas pocas personas, sino que es una responsabilidad compartida por todos los miembros de la Iglesia, incluso los empleados de la Curia.