La peña limeña Don Porfirio y el Teatro Opera de Buenos Aires son dos escenarios tan diferentes como el pisco sour y el vino tinto. Pero el último sábado por la noche parecieron fundirse porque la música del Perú- festejo, landó, zamacueca, marinera- y de la Argentina - tango, vals- brotaron precisas de la voz prodigiosa y potente de la cantante peruana Eva Ayllón en un recital impecable de más de dos horas a pocos metros del Obelisco.
El arranque de Kimba Fá con “eco de cajones, ritmos negros del Perú” despertó a la platea pasadas las 21:30. La percusión, los vientos y los coros de July Pumarada enseguida hicieron subir la temperatura del teatro en la noche fría.
Con cuarenta años de trayectoria, Eva Ayllón domina el escenario. Vestido ceñido al cuerpo, lo camina con soltura, elegancia y sensualidad mientras derrocha energía; de tanto en tanto toma aire y le habla a la comunidad peruana que todo el tiempo le pide sus clásicos; y también se seduce con Marco Campos, el genial percusionista que la acompañó a Buenos Aires en sus últimas presentaciones.
“Siempre preparo un repertorio, pero al final canto lo que ustedes quieren, los temas que más piden”, dijo Ayllón en una de las tantas veces que dialogó con los espectadores. Los más celebrados fueron: Mal paso, Fina estampa, El muñeco de la ciudad, José Antonio y el tango Nostalgias.
Pedro Aznar subió para cantar a dúo María Landó, de Chabuca Granda, y la percusionista Carolina Cohen, del grupo De tal Palo, saltó desde las primeras filas y se ató feliz a las congas para interpretar Toro mata.
A lo largo del recital, que incluyó un recuerdo a Mercedes Sosa -”estás aquí, Mercedes”, dijo Ayllón, con emoción-, hubo de todo: duelo de cajones entre Leonardo Cisneros y Eder Saravia; competencia de zapateo entre Saravia y Campos; solos de trompeta de Pepe Villanueva y arreglos nuevos del bajista Mariano Liy en gran parte del repertorio, más la destreza de Eddy Sánchez Sotelo en el punteo de la guitarra y la dirección musical de Moisito Lama, tecladista eficaz siempre atento al devenir de los temas.
Pasadas las 23:30, Cohen y Saravia arroparon a Ayllón con una bandera peruana-argentina, ella se persignó sobre ambos escudos y siguieron dos temas más. Parecía una noche en Chincha, Cañete o Lima pero fue en Buenos Aires y a sala llena. A puro cajón.