Aunos 3.700 metros sobre el nivel del mar y a unas tres horas de La Paz, Oruro se presenta con la historia y el encanto de un minero fundado en el año 1606. Su carácter apacible, no obstante, en estos días cobra un ritmo inusual ante la irrupción de medio centenar de agrupaciones y comparsas que se hacen presentes con una majestuosa riqueza en vestimenta y coreografías. Es una gran fiesta de llamativa significación cultural. No casualmente el carnaval de Oruro, que este año tendrá lugar del 8 al 11 de febrero, ha sido decladado por la Unesco como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Como cada año, las calles de esta antigua ciudad minera darán lugar a tradiciones de un profundo sentido religioso, mientras un río interminable de bailes y plegarias se sucederá por las calles. Se venera a la Virgen del Socavón, cuya milagrosa aparición en una cueva dio nacimiento al actual carnaval, pero también se reza al Tío, el dueño absoluto de las riquezas del subsuelo.
Para apreciar el crisol de antiguas tradiciones inmerso en la celebración, un dato clave es que cada danza tiene su significado. Sobresale la Diablada, una lucha entre el bien y el mal realizada en dos columnas que representan a los siete pecados capitales. Adelante, en medio de osos y cóndores, aparece con ropas celestiales el Arcángel Miguel, tras él marcha Lucifer, la diablesa China Supay, y la corte de diablos arrepentidos. A ese despliegue se suma el "Relato", la escenificación de una lucha a muerte entre los seres infernales y el destierro de la discordia.
Otra de las danzas más llamativas es la Morenaza, que surgió durante la época de la colonia. Refleja la comercialización de esclavos y, con vestimentas que pesan entre 25 y 30 kilos, la riqueza mineral de esta zona andina. A su vez, quienes lleguen a Oruro poco antes del carnaval, también podrán disfrutar de la particularidad de los preparativos, que abarcan una serie de fiestas previas denominadas "convites", incluyendo la recepción de donaciones para compra de trajes, instrumentos de música y objetos ornamentales.
Atractivos para agendar
Quienes visiten Oruro deben conocer el Santuario del Socavón y caminar por la calle La Paz, donde residen artesanos que se lucen con sus confecciones de carnaval. El Faro de Conchupata, donde por primera vez se izó la bandera boliviana, ofrece las mejores vistas panorámicas de la ciudad; al tiempo que la Iglesia de San Francisco impone su figura erguida en el siglo XVII como otro de los sobrios atractivos locales.
Para planear un buen itinerario no deben eludirse los museos. Hay que visitar el Museo Nacional de Antropología y Arqueología, con una de las más grandes colecciones de máscaras, instrumentos de percusión y de viento andinos, y el Museo Mineralógico, que ofrece 7.600 muestras de minerales, además de fósiles antiguos y piedras preciosas.
En sintonía con los aires ancestrales del carnaval, quizás la escapada más memorable consista en poner rumbo hacia la comunidad Chipaya, distante a 190 kilómetros de Oruro. Entre casas de forma circular hechas de barro un paseo por aquí permite contactarse de con una de las culturas más antiguas del mundo, ya que sus orígenes se remontan aproximadamente a 2.500 a.C. z we