El ritmo más débil de crecimiento de la oferta de mano de obra tiene un peso fundamental en la baja tasa de desempleo, según economistas que siguen atentamente el mercado de trabajo en Brasil. La población de entre 18 y 24 años, por ejemplo, se está incluso reduciendo, después de alcanzar 23,9 millones de personas en 2005 y retroceder a 22,7 millones en 2009. Este año caería a 21,9 millones, según estimaciones del departamento económico del Bradesco, realizadas en base a proyecciones del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) por franja etaria.

El desempleo bajo en Brasil es hoy un fenómeno esencialmente demográfico, cree el economista jefe del Bradesco, Octavio de Barros. La población de jóvenes es menor, y ellos estudian más tiempo. El punto es que, con la mejoría del rendimiento familiar, mucha gente prorroga la entrada en el mercado de trabajo. Justamente la franja etaria en que gran parte de la población está comenzando la carrera profesional, observó De Barros.

En ese escenario, la oferta de mano de obra creció a un ritmo considerablemente inferior al de la demanda. El resultado, una bajísima tasa de desempleo, con salarios en alza. En mayo, la desocupación en las seis principales regiones metropolitanas de Brasil era de 5,5%, en la medición libre de influencias estacionales de LCA (en junio, el IBGE no divulgó los datos relativos a Rio de Janeiro y, en julio, los números de Rio y Salvador, por la huelga de los empleados).

Brasil atraviesa un proceso de cambios demográficos bastante significativo, según el Censo de 2010, del IBGE. Un informe del Bradesco, firmado por Ana María Bonomi Barufi, destacó que el cambio de la estructura etaria en curso en las últimas décadas se acentuó desde el Censo de 2000. La participación de la población con 65 años o más fue bastante expresiva, así como la franja de los habitantes de menos de 15 años. En 1970, 42% de las personas tenían menos de 15 años, un número que cayó a 24,1% en 2010. El porcentaje de los mayores de 65 años subió, a su vez, de 3,2% a 7,4%.

De esa forma, se muestra que Brasil atraviesa un proceso de rápido envejecimiento poblacional, con una tendencia de fuerte caída de la tasa de fecundidad, como destacó reiteradamente en sus estudios el economista Jorge Arbache, profesor de la Universidad de Brasilia (UnB) y asesor de la presidencia del BNDES. Eso tiene un impacto de los más relevantes sobre el mercado de trabajo, según Arbache.

La tasa de fecundidad, por ejemplo, cayó de casi 6 hijos por mujer en 1970 a 1,9 en 2010. Esa tasa es baja incluso para estándares internacionales y se compara a la de países ricos con estructura demográfica madura, como Canadá, escribió.

El economista José Marcio Camargo, de Opus Gestión de Recursos, también ve el factor demográfico como uno de los grandes motivos para que la desocupación se mantenga tan baja en el país, incluso con bajo crecimiento económico. La población en edad activa (PIA) creció muy poco, en un escenario en que la productividad del trabajo se estancó, afirmó Camargo, también profesor de PUC-Rio. En los doce meses concluidos en mayo, creció solo 1,2%. A mitad de la década pasada, el aumento llegó a ser de 1,8%.

El crecimiento más débil de la PIA influencia el ritmo de expansión de la población económicamente activa (PEA), formada por quien está empleado o busca trabajo. En los doce meses hasta mayo, la PEA avanzó 1,3%.

De Barros destacó que la población económicamente activa avanzó sistemáticamente por debajo del nivel de ocupación -entre 2004 y 2011, la PEA creció 1,6% al año y el nivel de empleo, 2,5%. Eso muestra que la oferta de mano de obra aumentó mucho menos que la demanda, resumió. En los doce meses hasta mayo, la ocupación creció 1,9%, mas que el 1,3% de la PEA. La tasa de desempleo cayó con fuerza en los últimos años, retrocediendo de 12,3% en el promedio de 2003 a 6% en 2011. Para este año, De Barros cree en una nueva baja, a 5,7% en el promedio de 2012.

Otros factores tambi

én explican el desempleo bajo. Uno de los más importantes es que el sector de servicios, el que brinda más empleo, crece a un ritmo razonable, como señaló Camargo. Además, en función de la escasez de mano de obra, las empresas evitan echar gente, para no perder trabajadores entrenados, en un escenario en que se espera una recuperación de la economía en la segunda mitad del año.

De Barros, Camargo y Arbache coincidieron en que, dada la mejor oferta estructural de mano de obra, el país precisará invertir en el aumento de la productividad. Si no ocurre, el aprieto en el mercado de trabajo podrá tornarse una fuente de presiones inflacionarias. Otra válvula de escape es el aumento de la inmigración, que creció expresivamente en los últimos años, como señaló De Barros.