Tras más de medio siglo inmerso en el mundo de la mecánica, 2009 fue un año bisagra para Jorge lvarez. Autodidacta y emprendedor incansable, con 65 años y un negocio de comercialización de máquinas agrícolas ya establecido y con alta influencia en una zona agroganadera, como el sur de Córdoba, decidió diversificarse e incursionar en un rubro que lo seducía pero que, prácticamente, desconocía: las motocicletas.
A la par de su mujer y sus dos hijas, el primer paso fue lograr la representación y distribución oficial de Royal Enfield en la Argentina, una línea de motos de origen indio, hasta entonces, inédita en el país. Estorbado por las trabas al comercio exterior, lvarez fue por más y, en 2011, nació Speed Limit, una marca que comercializa triciclos de carga de producción propia que, en 2014 facturó, más de $ 3 millones.
"Tras varios viajes de negocios, decidimos incursionar en la fabricación de triciclos de carga, que nos habían llamado la atención en Perú, Europa y China. Pretendemos solucionar necesidades de traslado de cargas y mercaderías, combinando la capacidad y robustez de las pick-ups y la economía de funcionamiento, simpleza en operatividad y mantenimiento de las motos", explica lvarez, líder de la empresa, que lleva vendidos más de 250 triciclos. Y agrega: "Nos fuimos ingeniando muchas cosas entre nosotros y también apelamos a ingenieros especialistas en los temas más finos. Sobre todo cuando iniciamos el rediseño del producto, al que se le integraron piezas nacionales y de producción propia. Desde 2014, fabricamos en nuestra planta el chasis del triciclo y la caja de carga".La inversiónPara poner en marcha la planta industrial, en Speed Limit, se empezó casi de cero. Se acondicionó un galpón para convertirlo en fábrica, se hicieron reformas y mejoras en el edificio, se compró una línea de ensamble y herramientas y elementos de guardado para el almacén, entre otros. Además, se hizo una compra inicial de mercadería y se contrató personal para poner la producción en marcha. Todo esto demandó una inversión inicial de $ 1 millón que se recaudó con fondos propios y un préstamo del Banco Nación.
Hoy, la empresa, radicada en Laboulaye, tiene 12 empleados; ocho trabajan en la planta, mientras que la mujer y las hijas de lvarez se encargan de Administración, Comercialización y Comercio Exterior.
"Nos diferenciamos por ofrecer el triciclo más resistente y de mayor capacidad de carga del mercado. Además de realizar el armado total, nuestro modelo SP1000 es el único con piezas nacionales y diseño propio", remarca el emprendedor.
Pelear con gigantes como Zanella, Motomel y Guerrero no es sencillo: "Manejan más stock y llegan a todo el país. Para diferenciarnos ofrecemos atención personalizada al cliente desde la fábrica y a través de puntos de venta estratégicos; también hacemos accesorios especiales a pedido", resalta. En su línea de productos, tiene tres modelos: el SL500, el SP1000 (el que más se vende) y el SP1000C. Todos vienen con un motor de 300cc, caja de cinco velocidades y distintos tamaños de la caja de carga.
El precio de los triciclos va de $ 39.000 hasta $ 53.000. Y los clientes son variados: "Vendemos a todo tipo de empresas (rurales, comerciales, transporte, cementerios, industrias); particulares y trabajadores independientes. Tenemos un mercado importante en las instituciones públicas, como municipios y fundaciones, no solo para uso propio, sino para programas sociales de reemplazo de la tracción a sangre para los recuperadores urbanos".
En Speed Limit los proyectos no descansan. Además de planear una mudanza y ampliación de la planta de producción, el futuro apunta a la sustentabilidad. "Estamos trabajando sobre una versión con motor eléctrico. Será una gran innovación en materia de ahorro de combustible, versatilidad e impacto ambiental", apunta lvarez. También proyectan expandirse a nuevos mercados. "Aspiramos a exportar en el mediano plazo", concluye.
Juan LandaFicha- Fundación: 2011.
- Inversión inicial: $ 1 millón.
- Facturación 2014: $ 3,2 millones.
- Empleados: 12.
