En un reciente reportaje concedido por Ratan Tata al Financial Times, éste declaró que la inacción del gobierno indio está impulsando la inversión hacia fuera del país y forzando a grupos económicos, como el suyo, a buscar oportunidades de crecimiento en otros países emergentes.
El grupo Tata comprende mas de cien compañías en siete sectores de la economía: comunicaciones y tecnología, ingeniería, materiales, servicios, energía, productos de consumo y químicos. Con su casa matriz en India, tiene operaciones en 80 países. Su facturación total en 2011 alcanzó los 100 billones de dólares, siendo el 58% de su facturación fuera de India; emplea 450.000 personas y su valor de mercado alcanza a 76 billones de dólares. Claramente el conglomerado Tata representa un ícono del avance de India en la última década como jugador relevante en el marco de la globalización.
En el citado reportaje el Sr. Tata dijo: Siempre he sido muy optimista sobre el potencial de India y aún lo soy. Pero luego de un viaje a China para abrir una nueva planta de Jaguar Land Rover afirmó: Hay una gran diferencia en el soporte gubernamental para las inversiones, si tuviésemos el mismo nivel de incentivo para la industria pienso que India podría competir definitivamente con China.
Con ello puso sobre la mesa uno de los aspectos clave que hacen a la inversión, crecimiento y prosperidad de los países: su competitividad en el escenario global.
Con posterioridad a su independencia los líderes políticos indios, fundamentalmente Mahatma Gandhi, Jawaharlal Nehru e Indira Gandhi, construyeron una democracia y con ello ganaron las libertades civiles, de las cuales hoy todavía los indios disfrutan. Sin embargo no fueron capaces de alcanzar un nivel equiparable de progreso económico. En este sentido en los primeros cincuenta años desde su independencia no superaron un crecimiento promedio anual en su PBI de 4%.
Con el ascenso de Manmohan Singh a posiciones de liderazgo se liberalizó la economía y se abrió a la inversión internacional. Con esa base India desarrolló un sector de servicios de tecnología de clase mundial. La economía comenzó a crecer a un ritmo acelerado, lo cual conllevó a mejoras significativas en los niveles de ingreso per cápita, pobreza y analfabetismo.
Pero en los últimos años las reformas no continuaron. De acuerdo con el Worl Economic Forum India registra un desempeño desalentador en las áreas consideradas básicas para el sustento de la competitividad. El transporte, las TIC, y la infraestructura energética continúan siendo ampliamente insuficientes e inadecuadas, además de la corrupción y la burocracia. El panorama es aún más desalentador en el ámbito de la salud y la educación básica. A pesar de las mejoras de los últimos años, los deficientes niveles de salud pública y educación continúan siendo la principal causa de la baja productividad. En lo que respecta a las instituciones del país, el descontento en el ámbito de los negocios sigue alto debido a la falta de reformas y la incapacidad del gobierno de impulsarlas. Mientras tanto, la macroeconomía continúa caracterizándose por los grandes y frecuentes déficit públicos y la más alta relación deuda-PBI entre las economías emergentes del BRICS.
De acuerdo con el ranking de competitividad contenido en el Global Competitiveness Report 2012-2013 del World Economic Forum, India ocupa el puesto 59 en el ranking de 144 países, tres posiciones por debajo del año anterior. Tras lograr su puesto máximo en 2009 (49), India perdió 10 posiciones. Aunque alguna vez estuvo delante de Brasil y Sudáfrica, ahora los sigue 10 posiciones por detrás y quedó rezagada detrás de China por un margen de 30 posiciones.
En cuanto a las expectativas de crecimiento, se espera que India crezca este año un 7% frente a un 9% de China.
De acuerdo con el semanario The Economist el motor económico rápidamente recalienta; los años recientes han traído altos niveles de inflación, especialmente en el precio de los alimentos; los caminos, puertos y las vías férreas están colapsados, los cortes de electricidad son habituales y el costo laboral se volvió más caro que el de China.
Algunos datos adicionales aportarán a la comparación entre los dos gigantes asiáticos: la productividad de la economía, un buen indicador de la competitividad a largo plazo, alcanza en India a 6 dólares por hora/trabajador a PPP mientras que en China llega a los 27 dólares. Y a nivel del costo laboral unitario (CLU), una medida más coyuntural de la competitividad, alcanza en India a 0,13 mientras que en China llega a 0,06.
No por nada el Sr. Tata direccionará sus nuevas inversiones a China y otros emergentes y se mantendrá expectante respecto de India, hasta que ésta mejore su competitividad relativa. ¿Podrá India lograrlo o se mantendrá atado a las políticas que en el pasado no le dieron resultado?