Uno de los hábitos más comunes que afecta el descanso es cenar muy tarde o en exceso. Cuando comes justo antes de dormir, tu cuerpo permanece activo para digerir los alimentos, lo que estimula la actividad cerebral justo en la etapa REM, donde ocurren los sueños más intensos.
Resultado: pesadillas más vívidas y desagradables.
Cafeína y alcohol: los saboteadores del sueño
Beber café, té negro, refrescos o energizantes en la tarde o noche puede dificultar que alcances un sueño profundo.
Y aunque el alcohol da somnolencia al principio, en realidad interrumpe las fases reparadoras del sueño, favoreciendo sueños inquietantes o confusos.
Pantallas antes de dormir = caos en tu cerebro
Usar el celular o la computadora en la cama puede parecer inofensivo, pero la luz azul que emiten estos dispositivos inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Además, consumir contenido violento, noticias alarmantes o películas de terror justo antes de acostarte puede dejar impresiones negativas que se cuelan en tus sueños.
El estrés no se va cuando apagas la luz
Las preocupaciones no desaparecen al dormir. Si no manejas el estrés durante el día, este puede reaparecer como sueños de persecución, peligro o angustia.
La ansiedad alta está directamente relacionada con un sueño más fragmentado y perturbador.
Dormir mal también se siente en los sueños
Si tu habitación está llena de ruido, luz, temperaturas incómodas o si tu colchón no es el adecuado, tu cerebro permanece en alerta. Este tipo de incomodidad puede provocar que el descanso se interrumpa constantemente, favoreciendo los sueños desagradables y confusos.
El cuerpo necesita rutina (y tu mente también)
Dormir a diferentes horas cada día desajusta el reloj interno. La falta de una rutina clara altera el ritmo circadiano, lo que puede generar una mayor actividad onírica e incluso más episodios de pesadillas.
Adoptar horarios regulares para dormir, evitar cenas pesadas, reducir el uso de pantallas antes de acostarte y manejar mejor el estrés puede marcar la diferencia entre una noche inquieta y un sueño verdaderamente reparador.