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Ser hijo único ha sido motivo de debate en el ámbito familiar, educativo y social. Las creencias populares han alimentado estereotipos que vinculan esta condición con desventajas emocionales, sociales y cognitivas. No obstante, la psicología ha comenzado a ofrecer una mirada más amplia y matizada sobre este tema.

Una investigación reciente realizada por un equipo de científicos en China, publicada en la revista Nature Human Behaviour, aporta nueva evidencia psicológica sobre cómo influye la experiencia de crecer sin hermanos en el desarrollo del cerebro y las emociones.

Psicología y cerebro: lo que revela la ciencia sobre los hijos únicos

El estudio chino, basado en análisis de neuroimagen a gran escala, examinó el impacto de ser hijo único en distintas variables como la estructura cerebral, la cognición y la salud mental. Una de las conclusiones más relevantes fue que el cerebro de quienes no tienen hermanos muestra diferencias anatómicas y funcionales en comparación con quienes sí los tienen.

Entre los hallazgos destaca un mayor volumen en el cerebelo, región involucrada en la coordinación motora, el procesamiento emocional y algunas funciones cognitivas. También se observó un volumen cerebral total ligeramente menor, aunque los expertos aclaran que esto no implica necesariamente una desventaja y podría deberse a factores ambientales más que biológicos.

Además, se identificó una conectividad cerebral más robusta en las fibras del lenguaje, posiblemente relacionada con una mayor interacción verbal con adultos. Por otro lado, se detectó una conectividad algo menor en las fibras motoras, lo que podría estar vinculado a una menor exposición a juegos físicos compartidos, típicos en familias con más de un hijo.

Emociones y salud mental en el hijo único: mitos y realidades

Lejos de los prejuicios que los tildan de solitarios, egoístas o mimados, el estudio también reveló aspectos positivos en términos emocionales. Por ejemplo, las personas que crecieron sin hermanos mostraron mayores niveles de creatividad, inteligencia y bienestar subjetivo.

Aunque se identificaron niveles más bajos de actividad neuronal espontánea en áreas frontotemporales -asociadas con la empatía y la toma de decisiones- los científicos aclaran que estas diferencias no deben interpretarse como déficits, sino como manifestaciones distintas del desarrollo cerebral.