

La tensión entre México y Estados Unidos escaló a un nuevo nivel de conflicto, esta vez no por narcotráfico, migración o aranceles, sino por un recurso natural que escasea cada vez más: el agua.
La administración de Donald Trump intensificó la presión sobre el gobierno mexicano para que cumpla con las obligaciones establecidas hace más de 80 años, mientras el norte de México enfrenta una sequía histórica que amenaza tanto a agricultores como a comunidades enteras.

El Tratado de 1944: un acuerdo que enfrenta la crisis climática del siglo XXI
México está obligado a entregar aproximadamente 350,000 acre-pies anuales de agua a Estados Unidos, una cifra que se distribuye en ciclos quinquenales y que debe cumplirse con el líquido del Río Bravo y sus afluentes, a través de las presas La Amistad y Falcón.
Sin embargo, según el Departamento de Estado, existe un déficit de aproximadamente 865,000 acres-pies durante el ciclo quinquenal 2020-2025, lo que representa prácticamente la mitad de la entrega pactada. Por ese motivo, Donald Trump fue enfatizó en reclamar este adeudo, argumentando que la escasez provocó cientos de millones de dólares en pérdidas agrícolas en Texas.
La tensión no solo se centra en el déficit acumulado. Washington también exige que México presente un plan confiable para cumplir con los requisitos del nuevo ciclo 2025-2030. Las reuniones entre funcionarios de ambos países fueron tensas, con Estados Unidos presionando por entregas máximas posibles y solicitando información adicional para evaluar otras opciones si la situación no se resuelve.
Una sequía histórica que complica el panorama nacional
El norte de México enfrenta una de las sequías más severas de su historia reciente. 32 municipios presentan sequía excepcional, el nivel más grave, mientras que 95 municipios enfrentan sequía extrema. Estados como Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango y Coahuila están particularmente afectados, con presas operando a niveles críticos.
La situación de las presas en el norte es alarmante. Las 10 presas en Chihuahua registran apenas el 18% de su almacenamiento global, los peores niveles en una década. En otros estados, la situación es igualmente grave: el almacenamiento total de presas en Chihuahua se encuentra al 19% de su capacidad, en Coahuila al 15%, en Sonora al 15% y en Sinaloa al 13%.
La presa Falcón, una de las más importantes para el cumplimiento del tratado binacional, apenas llega a un 3% de su capacidad con cerca de 40 millones de metros cúbicos, uno de los niveles más bajos en su historia. Esta situación deja a México con muy pocas opciones para cumplir con sus compromisos internacionales sin afectar gravemente a sus propios agricultores y comunidades.

Los agricultores mexicanos atrapados entre dos crisis
El dilema es devastador para los productores agrícolas del norte de México: entregar agua a Estados Unidos significa sacrificar sus propias cosechas en medio de una sequía sin precedentes. Los agricultores mexicanos, ya golpeados por la falta de agua, se opusieron firmemente a las entregas del líquido porque pondría en riesgo su subsistencia.
La sequía no solo afecta el cumplimiento del tratado. La grave escasez de agua amenaza tanto a la agricultura como al desarrollo económico, impactando la producción de cultivos vitales como el maíz, frijol, trigo y hortalizas. Estados productores clave como Sinaloa, reconocido por su agricultura de exportación, dependen del riego vinculado al almacenamiento en presas que ahora están prácticamente vacías.
El fenómeno climático de La Niña exacerbó la situación. El estado más afectado es Chihuahua, donde 16 de sus municipios presentan sequía excepcional mientras que 37 están bajo sequía extrema. Sonora reporta 40 municipios bajo sequía extrema, configurando un escenario donde cumplir con el tratado binacional podría significar un colapso para las economías regionales.
La paradoja es cruel: mientras México lucha por mantener su producción agrícola en medio de la peor sequía en décadas, Estados Unidos presiona por el cumplimiento de un acuerdo firmado hace más de 80 años, cuando las condiciones climáticas y la demanda de agua eran radicalmente diferentes.














