Durante décadas, la ciencia asumió que el núcleo interno de la Tierra -una esfera sólida compuesta principalmente por hierro y níquel, de aproximadamente 2.400 kilómetros de diámetro- gira de forma estable en una dirección, levemente más rápido que la superficie del planeta.
Sin embargo, un reciente estudio liderado por científicos de la Universidad de Pekín y de la Universidad del Sur de California (USC) sugiere que esa rotación no solo se habría desacelerado en los últimos años, sino que podría haberse detenido por completo e incluso invertido su dirección.
Este sorprendente hallazgo, publicado en la revista Nature Geoscience, no solo desafía lo que se creía hasta ahora sobre la estructura interna, sino que también plantea interrogantes sobre los efectos que este cambio podría tener en aspectos fundamentales para la vida humana.
¿Por qué cambia de dirección la rotación del núcleo terrestre?
Los científicos llegaron a esta conclusión tras analizar detalladamente registros sísmicos de terremotos ocurridos entre 1990 y 2021.
Compararon cómo las ondas sísmicas atravesaban el núcleo en distintos momentos y detectaron anomalías en su propagación que sugieren un cambio en la velocidad relativa del núcleo respecto con el manto terrestre.
Este comportamiento podría indicar una inversión en el sentido de rotación del núcleo interno.
Aunque este fenómeno se produce a más de 5.000 kilómetros de profundidad y no tiene efectos inmediatos perceptibles en la superficie, los científicos advierten que podría tener implicancias en la dinámica general del planeta.
Aún se estudian sus posibles consecuencias, pero ya se considera un indicio importante para comprender los procesos internos de la Tierra a largo plazo.
La clave de este comportamiento estaría en la interacción de dos grandes fuerzas que actúan sobre el núcleo interno: el campo magnético generado por el núcleo externo líquido y la atracción gravitacional ejercida por el manto.
La tensión entre estas dos fuerzas puede generar oscilaciones en la rotación del núcleo, que, según las nuevas evidencias, seguirían un ciclo regular de entre 60 y 70 años.
En ese marco, los investigadores señalan que desde comienzos de la década del 2000 se registró una desaceleración progresiva en la rotación del núcleo interno. Este proceso habría alcanzado un punto de detención alrededor del año 2009 y, desde entonces, el núcleo estaría girando lentamente en sentido inverso.
¿Cómo se detectó este fenómeno a través de los terremotos?
La clave para comprender el comportamiento del núcleo está en los datos sísmicos.
Cada vez que ocurre un gran terremoto, las ondas generadas por el sismo atraviesan diferentes capas del planeta. Cuando se comparan cómo viajan esas ondas en distintos momentos históricos, los científicos pueden inferir cambios en las propiedades internas de la Tierra.
En este caso, los investigadores analizaron patrones de propagación de ondas sísmicas generadas por eventos ocurridos en las últimas tres décadas. Detectaron que en ciertos trayectos las ondas tardaban más o menos tiempo en atravesar el núcleo, dependiendo del momento del registro.
Estas diferencias no pueden explicarse por cambios en la superficie o el manto, lo que sugiere que la estructura del núcleo interno está en movimiento relativo respecto a las capas superiores.
¿Qué consecuencias podría tener este cambio para el planeta?
Aunque los efectos no se sienten de forma directa ni inmediata, la rotación del núcleo influye en varios fenómenos fundamentales para la vida en la Tierra.
Uno de ellos es el campo magnético terrestre, una especie de escudo invisible que protege el planeta de la radiación y permite el funcionamiento de sistemas de navegación, telecomunicaciones y satélites. Si el comportamiento del núcleo se altera, podría modificarse su intensidad y orientación.
Otro aspecto importante es la posible conexión entre el núcleo y el manto en relación con la actividad sísmica. Cambios en la rotación interna podrían influir en el equilibrio de tensiones dentro del manto, afectando la dinámica de las placas tectónicas y, por lo tanto, la frecuencia o intensidad de terremotos y erupciones volcánicas.
¿Puede afectar la duración de los días?
Sí. La rotación del núcleo tiene una influencia, aunque leve, en la velocidad de rotación de toda la Tierra. Esto significa que su inversión o desaceleración puede generar variaciones mínimas en la duración del día, del orden de milisegundos.
Aunque imperceptibles para los seres humanos, estos cambios pueden tener implicancias en escalas climáticas, especialmente si se acumulan a lo largo del tiempo.
¿Estamos ante un fenómeno nuevo o ya ha ocurrido antes?
Una de las hipótesis más relevantes del estudio es que la rotación del núcleo no es constante ni lineal, sino que sigue un patrón oscilatorio.
La última vez que se habría producido una inversión similar fue en la década de 1970, lo que sugiere un ciclo aproximado de 60 a 70 años. Si esto se confirma, estaríamos atravesando una nueva fase de un fenómeno cíclico que acompañó a la Tierra durante millones de años.
El estudio, titulado Inner core backtracking by seismic waveform change reversals, aporta una nueva perspectiva sobre el funcionamiento profundo del planeta y abre la puerta a una línea de investigación que aún tiene muchos misterios por descubrir.