El economista estadounidense y premio Nobel Joseph Stiglitz dijo estar sorprendido por la magnitud de clientes con historial de corrupción, abuso de los derechos humanos y dictadores que figuran en el extenso listado de miles de cuentas del banco Credit Suisse, reveladas ayer por la investigación internacional conocida como Suisse Secrets.
Más aún teniendo en cuenta que se trata del segundo mayor banco de Suiza, un país próspero donde las leyes se aplican rigurosamente incluso como una matriz cultural más amplia en la conducta ciudadana.
Las claves de Suisse Secrets, ¿puede ser el fin de Suiza y su secreto bancario?
Sin embargo, no hubo medios de comunicación suizos que participaran de la investigación internacional Suisse Secrets que contó con 48 organizaciones periodísticas y fue liderada por un diario alemán, el Sueddeutsche Zeitung.
Stiglitz apuntó que probablemente no se sumaron por el riesgo de las consecuencias legales que prevé Suiza cuando se trasgrede el secreto bancario.
"Seguramente, Suiza debe conocer el efecto escalofriante de su legislación: la intención era preservar su modelo de negocio el mayor tiempo posible, es decir sacar una pequeña tajada de las ganancias mal habidas de otros, a cambio de proporcionar un lugar seguro y secreto para atesorar ese dinero", dijo el premio Nobel.
JOSEPH STIGLITZ CONTRA EL SECRETO BANCARIO DE SUIZA
Stiglitz eligió dos elementos en particular de los Suisse Secrets para destacar por ser particularmente "alarmantes".
"La colaboración periodística internacional de Suisse Secrets sólo accedió a una porción limitada de los datos de los clientes del banco. Pero si en esta pequeña porción ya hay tantos clientes problemáticos, dictadores y sus familias, criminales de guerra, funcionarios y jefes de inteligencia, gerentes corruptos, traficantes de personas, jefes de Estado, empresarios sancionados y abusadores de los derechos humanos -una verdadera galería de pícaros-¿qué veríamos si la ventana al banco fuera más grande?", reflexionó.
"En segundo lugar, parece que los países que más sufren por el secreto bancario y la ayuda que le dan a actores problemáticos son los países en desarrollo y los mercados emergentes. La revelación de Suisse Secrets confirma lo que los expertos han advertido durante mucho tiempo: Suiza aceptó un intercambio automático de información sobre todo con otros países desarrollados, pero no con los países pobres, y especialmente con los que podrían albergar estas actividades ilícitas".
El economista continuó explicando que "de este modo, la cleptocracia y la corrupción pueden seguir floreciendo. Es bueno ver que los periodistas crean en su deber de informar y que luchen por 'el derecho a saber' de los ciudadanos de estos países, que no pueden controlar lo que sus políticos ocultan en Suiza".
También aclaró que "Suiza no está sola. Se queja, con razón, de que cerrar la puerta allí no hará más que trasladar las actividades al sector inmobiliario y financiero de Miami, Londres u otros centros de blanqueo de dinero".
Y apuntó a que "hay algo moralmente repugnante para quienes en Estados Unidos, Reino Unido o Suiza viven del botín robado a los más pobres. Y países como Suiza, que diseñaron un código legal que hace florecer este sistema, deberían estar especialmente avergonzados".
¿Cuántas historias, cuántas revelaciones, cuántas denuncias harán falta para que Suiza, Estados Unidos, Reino Unido y otros países cambien sus leyes sobre el secreto bancario, inmobiliario y todas las demás actividades que facilitan el lavado de dinero y promueven el crimen y la corrupción?
Y concluyó de forma contundente su apreciación sobre lo que implican los Suisse Secrets. "Mientras esta filtración mostró que Suiza se beneficiaba de un flujo de dinero procedente de los países pobres, el propio sistema es corruptor: la podredumbre del dinero contaminado echa a perder todo aquello con lo que entra en contacto".