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Una firma china poco conocida, China Concord Resources Corp (CCRC), inició operaciones en dos campos petroleros del lago de Maracaibo, en Venezuela. El objetivo es ambicioso: invertir más de u$s 1.000 millones para alcanzar una producción de 60.000 barriles diarios hacia fines de 2026. Hoy, los pozos apenas generan unos 12.000 barriles por día.
Este movimiento marca un giro en la estrategia de inversión china en el país sudamericano. Hasta ahora, las empresas privadas del gigante asiático evitaban involucrarse directamente en Venezuela, un miembro de la OPEP golpeado por sanciones internacionales y años de desinversión.
¿Cómo es el acuerdo con el Estado venezolano?
CCRC firmó en mayo de 2024 un contrato de producción compartida por 20 años con el gobierno de Nicolás Maduro. El acuerdo se enmarca en la Ley Antibloqueo, una normativa que busca atraer capitales extranjeros en medio del aislamiento financiero impuesto por Estados Unidos.
La empresa opera los bloques Lago Cinco y Lagunillas Lago, ubicados en la segunda región petrolera más importante del país. El contrato le permite explotar los campos a cambio de una parte de la producción, sin necesidad de asociarse directamente con PDVSA.
Sin experiencia, pero con respaldo técnico
Aunque no tiene historial en perforación, CCRC trasladó desde septiembre a 60 especialistas chinos en desarrollo de campos petroleros y sumó un equipo propio de perforación. El plan inmediato es reabrir 100 pozos inactivos y recuperar parte de la producción perdida en la zona.
Este tipo de desembarco no es nuevo en Venezuela. En los últimos años, PDVSA buscó socios para reflotar bloques abandonados, muchas veces con empresas sin trayectoria. Sin embargo, el respaldo financiero y técnico de CCRC la posiciona como un jugador más sólido.
China, socio clave en tiempos de sanciones
Pekín mantiene una relación estratégica con Caracas desde la era de Hugo Chávez. Hoy, más del 90% del petróleo que exporta Venezuela termina en China, consolidando un vínculo que se volvió esencial para el gobierno de Maduro.
Antes de las sanciones de 2019, el gigante estatal CNPC era uno de los principales inversores en la industria petrolera venezolana. El avance de CCRC marca un retorno del capital chino, aunque esta vez desde el sector privado.