Aunque fue descubierta hace ya unos quince años, hasta el 2013 apenas un reducido puñado de investigadores sabía el significado de la críptica sigla “CRISPR/Cas9 . Pero en el último lustro ese nombre complejo de pronunciar se convirtió en el tema más “hot de la biotecnología.

Hoy, miles de expertos de todo el mundo trabajan arduamente para desentrañar los secretos que anidan bajo la técnica más prometedora de las últimas décadas, que asegura un kit completo de herramientas de laboratorio capaces de permitir —en forma económica— avanzar en nuevos tratamientos para numerosas enfermedades y en una cantidad de desarrollos innovadores para aplicaciones del agro y la producción.

Y Luciano Marraffini, un científico argentino, egresado de la Universidad de Rosario (UNR), y emigrado a los Estados Unidos hace ya 16 años, figura entre sus descubridores originales.

Tras recibirse de licenciado en Biotecnología en la Universidad Nacional de Rosario en 1998, se mudó a Mar del Plata, y trabajó dos años como técnico de laboratorio en la semillera Monsanto. En 2002, ya casado y con un hijo pequeño, se animó a dar un salto que ambicionaba desde siempre y aplicó para hacer el doctorado en la Universidad de Chicago, trabajando en patogénesis bacteriana, un tema de ciencia básica.

"Recuerdo bien que tenía un poco de miedo en especializarme en el manejo de CRISPR porque, aunque hoy es un tema vedette, nadie sabía bien cómo evolucionaría."

“Para mis estudios con bacterias tuve que aprender a usar herramientas CRISPR, algo que por ese entonces era algo muy nuevo en la biología y no se tenía idea del fenómeno que sería años más tarde. Es que CRISPR permite editar y modificar, en forma efectiva, económica y aparentemente precisa, el ADN de los seres vivos, sacando e introduciendo genes a piacere.

“Recuerdo bien que tenía mis dudas y un poco de miedo en especializarme en el manejo de CRISPR porque, aunque hoy es un tema vedette, hace apenas 10 años nadie sabía bien cómo evolucionaría o si podía quedar como una técnica sin mucha relevancia. En eso me ayudó mi esposa que me alentó para que no lo dudara , le contó a Infotechnology desde su laboratorio en Nueva York. Le hizo caso y terminó siendo uno de los coinvestigadores que participaron de los desarrollos iniciales de la técnica que puede llegar a cambiar de plano el tratamiento de muchísimas enfermedades y los procesos productivos en biotecnología.

Paralelo a sus primeras incursiones en CRISPR cambió de universidad y también de tema de trabajo, “algo que me parece muy recomendable en el contexto de la investigación científica , dice hoy. Luego de un par de años de post-doc, se postuló a la Universidad Rockefeller en Nueva York, donde —desde 2010— es jefe del laboratorio de Bacteriología y tiene a cargo un equipo de alrededor de 15 investigadores. “Mi foco actual de investigación es en ciencia básica y sigo analizando cómo funciona el CRISPR bacteriano, para poder entender cómo lo usan las bacterias como parte de su defensa inmunológica ante las infecciones virales.

¿Cómo se para frente al tradicional dilema de muchos científicos entre hacer ciencia “básica versus “aplicada ?
Estoy muy contento de seguir haciendo básica. He tenido mi tiempo con la aplicada. Y mi interés personal con las aplicaciones está plenamente satisfecho. De hecho, soy uno de los cofundadores de la startup Intellia Therapeutics, que tiene varios estudios en marcha sobre nuevas líneas de terapias usando CRISPR para tratar diferentes patologías.

Esta forma de manipular el ADN requiere estar sujeta a algún tipo de legislación internacional, que aún no existe, para que tenga un marco ético.

Si bien por razones legales no puede explayarse demasiado, Marraffini colaboró y publicó papers sobre el tema en conjunto con quien hoy posee una de las principales patentes CRISPR. Pero por decisiones corporativas de las instituciones científicas fue dejado “afuera de la titularidad de los derechos. Con tranquilidad, y tal vez un dejo de amargura, aclara que aún se está sustanciando un juicio respecto de la atribución de los derechos sobre el desarrollo original de esa tecnología.

Hace muchos años pudiste identificar a CRISPR como un tema desconocido pero que se volvería trascendente. ¿Hoy qué áreas científicas tienen ese potencial?
Creo que uno de los segmentos más prometedores desde la ciencia y la medicina teórica y aplicada es el bioma del sistema digestivo de las personas. En nuestro interior habitan millones de bacterias, de más de mil especies diferentes. Si combinamos todo su repertorio genético es mayor que el de nuestro propio genoma. Y recién ahora estamos viendo que de su equilibrio, funcionamiento e interacción dependen muchísimos aspectos claves de nuestra salud. En los últimos tiempos se está describiendo este ecosistema y, más allá de que las bacterias sean claves para poder hacer la digestión de alimentos, parecen cumplir muchas otras funciones. Estamos encontrando que se relacionan con el desarrollo de nuestro sistema inmunológico, con nuestro sistema nervioso y hasta hay hipótesis de que influyen en varias patologías de salud mental. Es un campo biológico, y de la salud, muy prometedor.

El costado ético

Un tema especialmente complejo del uso de CRISPR es su conflictiva intersección con la bioética: es que al usarla es posible introducir modificaciones genéticas definitivas en embriones humanos. De hecho, hace pocas semanas un caso llegó a la primera plana mundial, cuando un científico chino reveló en una conferencia científica haber usado CRISPR para modificar cinco embriones que luego fueron implantados y nacieron.

Un experimento realizado sin un profundo debate ético previo.
Marraffini, que siguió los detalles del tema con particular interés, dijo: “Creo que es lamentable que haya sucedido algo así. Por lo que hasta ahora sabemos me parece un experimento bastante irresponsable y creo que, lamentablemente, su mayor impacto es el shock que generó en la sociedad el introducir modificaciones permanentes en el genoma de un embrión. Aunque haya sido hecho con buenas intenciones, me parece que debe haber sido motivado por ambiciones personales .

Para Marraffini “esta forma de manipular el ADN requiere estar sujeta a algún tipo de legislación internacional, que aún no existe, y que pueda darle un adecuado marco científico y ético a estos experimentos. Hay que regular lo más posible todo lo que tenga que ver con supuestas ‘mejoras’ de futuras personas. Si no es una técnica que puede llevarnos a cualquier lado. Estas tecnologías solo tenemos que usarlas para cosas positivas y en personas adultas. Modificar permanentemente el ADN de un embrión es extremadamente delicado .

Índice:

CRISPR: Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats (Repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas).

Cas9: CRISPR associated protein 9 (CRISPR proteína asociada 9).

C.V.

Luciano Marraffini es:
> Jefe del Laboratorio de Bacteriología de la Universidad Rockefeller.
> Fue elegido por la revista Cell como uno de los 40 jóvenes investigadores más relevantes del mundo.
> Recibió numerosos premios incluyendo el Albany, uno de los más importantes de la medicina.
> Es fanático de Newell’s y todavía juega al fútbol con amigos y colegas.

(Ilustración: Mercedes Mares)