El biohacking es, básicamente, un "hazlo por ti mismo" en biología, con mucho de filosofía hacker (información abierta en sistemas abiertos de conocimiento compartido); hoy una de sus formas más avanzadas es el análisis y la posterior modificación del ADN en laboratorios de garage (muchas veces literalmente, sin que "garage" sea una metáfora).
No es algo demasiado complejo ni tremendamete caro; se trata de una “tecnología exponencial en la que la “ley de Moore se viene cumpliendo de un modo superlativo. ¿Qué dice esa “ley ? Gordon Moore sostenía que el número de transistores de un circuito se duplica cada dos años; así, también se duplica el el rendimiento por costo. Si bien la idea original refería a los transistores y la computación, se aplica también a otras tecnologías... Y es particularmente notable en el costo de un análisis completo de ADN.
El proyecto genoma humano (cuyos resultados se presentaron en 2003) tuvo financiamiento por 3000 millones de dólares; en 2007, ya podía hacerse un estudio completo del genoma por un millón de dólares; en 2015, por u$s 1000… y según Raymond McCauley *, para 2018 costará lo mismo que una porción de pizza y podrá hacerse en 30 minutos (y para 2022, probablemente cueste apenas un centavo, sostiene el investigador). McCauley, además de profesor de la Singularity Univeristy, es el creador y coordinador de un laboratorio “real y virtual para el biohacking.
Sobre la posibilidad de leer el genoma humano casi gratis, McCauley sostiene que “será importante porque la medicina dejará de ser reactiva y puede ser más predictiva, lo que va a implicar muchísimas cambios en los próximos 10 a 20 años .
La idea es, básicamente, que una muestra de ADN va a indicar numerosas predisposiciones genéticas ("malas" y "buenas") y permitirá, por ejemplo, “programar la primera colonoscopia 10 años antes de lo usual o decirle a uno que difícilmente le va a dar una enfermedad cardiovascular .
“Hacia allá vamos y casi hemos llegado , asegura el biohacker y da algunos ejemplos:
Verinata es un reemplazo de la amniocentesis que, con una muestra de sangre de la madre se separa el ADN del niño y brinda la misma información que la amniocentesis, sin invasión y sin riesgos;
la proyección es que entre 2018 y 2020 podrían reemplazar las mamografías y colonoscopias con biopsias líquidas;
ya hay estudios para analizar las condiciones hereditarias de cáncer de mamas y ovarios por entre u$s 200 y u$s 250;
Clear Food es un sistema que permite escanear el ADN en los alimentos (se hizo en salchicas en EE.UU., y mostró, entre otras cosas, que 10% de los productos vegetarianos no eran totalmente vegetarianos).
“Una vez que se puede leer el ADN, también se puede escribir, modificar el curso, reestructurar el programa , señala McCauley. Según asegura, no es ni muy caro ni demasiado difícil. Y menciona un experimento con el que le agregaron fluorescencia a un grupo de bacterias (gracias al añadido de información del genoma de un alga brillante) que, dice, fue el proyecto de ciencias de una alumna de ocho años.
A partir de allí, dispara algunas proyecciones:
mala noticia para los que hoy hacen biocombustibles: los biocombustibles van a ser algas modificadas genéticamente;
existirá la posibilidad de reproducir combustibles y materiales que se reparan solos;
en los alimentos, ya se están añadiendo nutrientes e incluso se pueden añadir vacunas (de hecho, citó a Bioceres, una empresa argentina muy avanzada en este tipo de investigaciones)
habrá nuevas maneras de hacer reemplazos de órganos y reparar el ADN;
las nuevas soluciones para la salud llevarán a una prologación de la longevidad (la expectativa de vida ya aumenta cada año 2,5 meses para los hombres y 3 meses para las mujeres, pero a un ritmo que se está acelerando).
Si bien es cierto que la simplificación y el abaratamiento de la manipulación de organismos puede resultar peligrosa, en particular en manos de terroristas, McCaulay se ubica del lado de los optimistas, convencido de que van a ser más quienes aprovechen el potencial beneficioso de estas tecnologías.
* Raymond McCauley dio una de varias charlas de un seminario que dictaron este mes ejecutivos de Google y profesores de la Singularity University en la sede del buscador en Mountain View, California, para un centenar de destacados “partners latinamericanos de Google y un reducido grupo de periodistas.
