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En el mundo de la crianza, surgen dudas que pueden generar inquietud en los padres. Una de ellas es: ¿qué pasa si mi hijo me llama por mi nombre en vez de "mamá"?

Este comportamiento, aunque parece extraño con una madre o padre, es más común de lo que se cree y, según la psicología infantil, no siempre indica un problema grave.

De hecho, en la mayoría de los casos, forma parte del desarrollo natural delniño, influenciados por factores como la imitación, la búsqueda de autonomía o el entorno familiar.

Posibles significados psicológicos detrás de este hábito

La psicología explica que llamar a la madre por su nombre puede reflejar diferentes etapas del crecimiento emocional y social del niño, según explica Conchita Sisí Martín, fundadora de la clínica Salud en Mente, al medio Lefimerida.

No es un síntoma universal de rechazo, sino que depende del contexto, la edad y el vínculo familiar, en el cual coincide una nota del sitio SerPadres. Estas son algunas interpretaciones comunes de esta actitud:

Imitación del entorno familiar o social

Uno de los motivos más habituales es la simple imitación. Los niños, especialmente en sus primeros años de vida, cuando adquieren el lenguaje, repiten lo que escuchan a su alrededor.

Si los padres se llaman mutuamente por sus nombres de pila o si hay cuidadores y familiares que usan este estilo, el pequeño lo adopta como norma natural.

Por ejemplo, en hogares donde se fomenta un trato igualitario entre adultos, el niño ve a su madre como "María" o "Ana" en lugar de solo "mamá". Esto no implica distancia emocional, sino un aprendizaje lingüístico transitorio que suele resolverse con el tiempo y la guía cariñosa de los padres.

Reconocimiento de la identidad materna y búsqueda de autonomía

A medida que el niño crece, descubre que su madre es una persona con una identidad propia más allá del rol parental.

Llamarla por su nombre puede ser una forma de afirmar esta comprensión y, al mismo tiempo, expresar su propia independencia. Es un paso hacia la madurez emocional, donde el pequeño empieza a ver las relaciones de manera más compleja.

Según expertos en psicología infantil, esto es positivo: fomenta el respeto mutuo y ayuda al niño a desarrollar su sentido de individualidad sin perder el apego afectivo.

Confusión por figuras de apego adicionales

Si hay una tercera persona cercana -como una niñera, abuela o incluso el padre- que pasa mucho tiempo con el niño, podría surgir una confusión temporal. El pequeño podría reservar "mamá" para esa figura y usar el nombre para la madre biológica.

Este caso es común en familias con rutinas compartidas y se resuelve fortaleciendo el tiempo de calidad juntos, sin correcciones bruscas que generen inseguridad.

Expresión de preferencia adulta o etapa adolescente

Algunos padres eligen conscientemente ser llamados por su nombre para promover igualdad y evitar roles estereotipados. Si es tu caso, es una decisión válida. Sin embargo, si cambias de opinión, basta con modelar el uso de "mamá" en tus interacciones diarias para que el niño lo incorpore.

En adolescentes, el cambio puede ser más intencional: una forma de rebelión, reafirmación de identidad o incluso un enfado temporal. Aquí es donde el contexto importa más, ya que podría señalar un desarraigo emocional si va acompañado de otros signos de distanciamiento.

Cuándo podría ser motivo de preocupación

Aunque la mayoría de las veces no hay razón para alarmarse, hay señales de alerta que indican posibles dificultades en el vínculo madre-hijo. La psicóloga advierte que se debe prestar atención si el hábito se combina con:

  • Rechazo persistente a decir "mamá".
  • Dificultades para expresar cariño o afecto.
  • Conductas de desapego emocional, como aislamiento o irritabilidad constante.

En estos escenarios, no se trata solo del nombre, sino de un posible problema relacionado con el apego. La neurociencia aplicada a la maternidad resalta que el contexto ambiental y cultural juega un rol clave, y un análisis profesional puede ayudar a descartar problemas más profundos.

Consejos prácticos para manejar la situación

  • Comunicar con cariño: explicá el porqué de tu preferencia sin presionar. Frases como "me encanta que me llames mamá porque me hace sentir especial" pueden guiar al niño suavemente.
  • Fortalecer el vínculo: dedicá tiempo exclusivo para juegos, conversaciones y rutinas afectivas. Esto refuerza el apego independientemente del apelativo.
  • Observar el panorama general: evaluá si hay otros cambios en el comportamiento del niño. Si persiste la duda, consulta a un psicólogo infantil para una perspectiva personalizada.
  • Celebrar la individualidad: recordá que cada familia es única. Si el hábito no afecta la relación, sirve para disfrutarlo como parte del crecimiento.