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Las semillas se volvieron protagonistas en la alimentación saludable. Entre las más elegidas están la chía y la albahaca, dos opciones que suman textura, sabor y nutrientes. Aunque parecen similares, tienen diferencias clave que pueden influir en tu elección según lo que busques mejorar en tu dieta.

Una nutricionista especializada en alimentación funcional comparó sus propiedades y explicó cuál conviene según el objetivo: sumar fibra, mejorar la digestión, incorporar proteínas o reforzar el calcio.

¿Cuál tiene más fibra?

La semilla de albahaca aporta más fibra que la chía. Dos cucharadas suman unos 15 gramos, mientras que la chía ofrece cerca de 10 gramos. Esto convierte a la albahaca en una opción ideal para quienes buscan mejorar el tránsito intestinal, sentirse saciados por más tiempo y controlar el peso.

¿Cuál tiene mejor proteína?

La chía tiene una ventaja importante: es una proteína completa. Esto significa que contiene los nueve aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. La albahaca, en cambio, no incluye lisina ni metionina, por lo que no cubre todos los requerimientos proteicos. Si el objetivo es sumar proteína de calidad, la chía es la mejor opción.

¿Qué minerales aporta cada una?

Ambas semillastienen minerales clave, pero se destacan en diferentes áreas. La chía es rica en omega-3, magnesio y fósforo. Además, al hidratarse forma un gel que ayuda a mantener la hidratación y prolonga la saciedad.

La albahaca sobresale en calcio ya que una porción aporta unos 370 mg, más del doble que la chía. También suma hierro y magnesio, lo que la convierte en una buena opción para fortalecer huesos y prevenir la anemia.

¿Cuál conviene según tu objetivo?

  • Para sumar fibra y calcio: albahaca.
  • Para incorporar proteína completa y omega-3: optá por chía.

Ambas se pueden usar en yogures, licuados, ensaladas o postres. No requieren cocción y se integran fácilmente en cualquier comida.

¿Cómo incluirlas en la dieta diaria?

  • Agregalas a tu desayuno con frutas y avena.
  • Usalas como topping en ensaladas o sopas.
  • Mezclalas en batidos o smoothies.
  • Incorporalas en recetas de panificados o galletas caseras.