Finalmente Nicolas Sarkozy está enfrentando una batalla a la altura de su discurso duro.
El presidente francés insiste en que no dará marcha atrás en la reforma jubilatoria, aunque los planes de su gobierno para elevar la edad de retiro de 60 a 62 años llevaron a 2,7 millones de personas a las calles, según las estimaciones de los sindicatos.
El número de manifestantes es un poco mayor que el de las protestas por la jubilación de 1995, que obligaron al gobierno del entonces presidente Jacques Chirac a retroceder en su ambicioso programa de reformas.
Si Francia atravesara tiempos normales, Sarkozy podría sentirse tentado de ofrecer considerables concesiones a los manifestantes, cediendo sólo lo estrictamente necesario para obtener el apoyo público y mantener reformas que le permitan sostener que logró lo que otros no consiguieron.
En realidad, esto es lo que, según dicen algunos críticos, ha hecho Sarkozy con las reformas previas, cuando su gobierno canjeó costosos aumentos salariales para trabajadores de la energía y el transporte por concesiones en regímenes de retiro especiales.
Pero estos no son tiempos normales. Los franceses están en medio de una nube de ansiedad, preocupados por el futuro y sus puestos de trabajo. El ritmo frenético del programa de reformas de Sarkozy en los últimos tres años ya había generado intranquilidad, incluso antes de que comenzara la crisis económica. Una encuesta publicada por el Financial Times a fin de año mostró que los franceses eran los más pesimistas sobre el futuro de todos los europeos.
“Hay un descontento real en la sociedad francesa de hoy. Los franceses están enojados, preocupados e insatisfechos , dijo Elie Cohen, profesor de Ciencias Políticas.
Esta generalizada sensación de inquietud podría haber contribuido a que los sindicatos lograran manifestaciones más numerosas de lo que ellos mismos esperaban, ya que las encuestas muestran que hay una pequeña mayoría que está a favor de elevar el límite de edad jubilatoria.
Bernard Thibault, secretario general de la CGT de Francia, describió las manifestaciones realizadas en pueblos y ciudades de todo el país como “excepcionales . Y este es el hombre que se hizo famoso con las protestas de 1995, cuando siendo un dirigente ferroviario relativamente desconocido encabezó las huelgas.