Inmediatamente detrás de las barreras al comercio agrícola, se ubican las medidas antidumping (AD) como el instrumento que más distorsiona el comercio internacional de bienes. Esto es una consecuencia de la Rueda Uruguay donde la resistencia por parte de varios países industriales como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea, impidió la implementación de regulaciones que hubieran disminuido el daño que se ha ocasionado. Estos son los clientes tradicionales del AD que intentan preservar una situación de abuso de las medidas AD que es posible en el marco de las actuales reglas multilaterales.

Otros países como los de América Latina, se encuentran entre aquellos cuyo uso de medidas AD es reciente. A pesar del rápido crecimiento en estos países (Cuadro 1), no siempre el objetivo de los gobiernos ha sido proteccionista. En muchas instancias, estas medidas se implementaron con el propósito de sostener procesos de liberalización económica. Ante las presiones de grupos poderosos que intentaban revertir estos procesos, los gobiernos prefirieron sacrificar un poco de eficiencia sectorial con el objetivo de sostener la apertura es decir, dar un paso atrás para avanzar varios hacia adelante.

Sin embargo, a medida que transcurre el tiempo, los años de apertura van quedando atrás y poco a poco, los nuevos demandantes se irán transformando en miembros del grupo de clientes tradicionales, el grueso de cuyas medidas tienen claras intenciones proteccionistas. Al respecto, y en el caso de Argentina que ha implementado muchas medidas tanto en términos absolutos como en relación a sus importaciones, la información disponible genera buenas y malas noticias.

Entre las primeras se destaca el hecho de que las medidas AD están cayendo ya que mientras durante 1999-2002 el promedio anual fue de 16, durante 2003-2006, este valor fue de 8 medidas (Cuadro 1). Es decir, en años recientes de fuerte crecimiento, el Gobierno ha seguido una política AD cautelosa.

Entre las malas noticias se encuentra el hecho de que nuestro país ha implementado más medidas, que lo que otros miembros de la OMC (Organización Mundial de Comercio), han implementado en contra de sus exportaciones. Desde 1995 hasta fines del primer semestre de 2006, nuestro país implementó 149 medidas AD mientras que los otros miembros, solo implementaron 13 medidas en su contra. Las principales importaciones perjudicadas por nuestras medidas han sido las provenientes de Brasil y China contra quienes nuestro país implementó 29 y 34 medidas respectivamente, o un 42% del total durante 1995-2006. Reformas implementadas recientemente incluyendo el Mecanismo de Adecuación Competitiva del Mercosur, y el otorgamiento a China del status de ‘economía de mercado’, permiten prever que en el futuro, la incidencia de estos países en nuestras medidas AD disminuirá.

Respecto a la distribución sectorial, la Argentina se destaca por proteger sus industrias de metales básicos y sus artefactos y durante 1995-2006, el 34% de las medidas AD fueron en favor de esta industria. Por otra parte, mientras a nivel mundial la industria protegida con AD que le sigue en importancia a los metales básicos es la química, en Argentina el segundo lugar lo ocupa la industria textil.

Por su parte, los productores agropecuarios y la agro-industria prácticamente no han recibido protección AD. Dado el hecho de que no ha sido inusual que se implementen aranceles AD superiores al 100%, el sesgo anti-agroindustria es mayor y en algunos casos mucho mayor, que el indicado por la combinación de derechos de exportación y aranceles contra terceros países. Con un arancel AD del 100%, una industria recibe un dólar superior a $6,00 mientras que los productores primarios cuyos productos pagan un derecho de 20% reciben un dólar de $2,4!!!

Parte de la razón que explica el comportamiento cauto de Argentina en años recientes, esta asociado con el accionar de la Comisión Nacional de Comercio Exterior (CNCE) creada en 1994. La CNCE tiene a su cargo las investigaciones y decisiones sobre daño a la industria nacional ocasionadas por el dumping y otras medidas como las salvaguardias. Cuanto mayor autonomía de acción y profesionalismo se le continúe otorgando, menor serán las distorsiones que las medidas AD generen sobre nuestra economía. Finalmente a nivel multilateral, muchos de los nuevos demandantes han intentado y continúan intentando establecer regulaciones más racionales, pero el fracaso de la Rueda Doha impedirá tal transformación. En este contexto, que facilita una continuación de abuso de las actuales normas multilaterales por parte de los clientes tradicionales, será difícil resistirse a las presiones de ‘pagar con la misma moneda’ pero si lo hacemos, nos estaremos infligiendo más daño a nosotros mismos, que a estos clientes.