Hace apenas un par de meses, a Matt Borges, el presidente del partido republicano de Ohio, le sobraban los motivos para ser pesimista ante la posibilidad de que su estado ayudase a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca.
Para empezar, el hombre que había apoyado en las primarias, el gobernador de Ohio John Kasich, se negó a respaldar a Trump como el candidato presidencial del partido. Después, Trump se pasó semanas del verano desviándose completamente del mensaje. Y la esposa de Borges, Kate, no lo dejaba colgar un cartel de Trump en el jardín del frente de su casa en los suburbios de Columbus.
Pero cuando Trump venció a su rival demócrata Hillary Clinton en una sucesión de encuestas de Ohio en septiembre -gracias a su cambio de retórica siguiendo los consejos de su director de campaña-, Borges empezó a tener más confianza que el neoyorquino podría convertirse en el primer republicano que gane en Ohio desde que George W Bush lo hiciese en 2004.
"Hace pocos meses, no creía que podría ganar en Ohio", afirma Borges, de 44 años, que instó a Trump a bajar los decibeles de su retórica y concentrase en atacar a Clinton, un consejo que el candidato parece haber seguido hasta sus exabruptos posteriores al debate presidencial de la semana pasada.
Trump ha estado haciendo una fuerte campaña en Ohio: participó en nueve eventos en septiembre, en comparación con Clinton, que solo participó en uno, lo cual pone de manifiesto lo importante que es para él llegar a la Casa Blanca. Ningún republicano ganó la presidencia sin haber ganado en Ohio, y el último demócrata que entró en la Oficina Oval sin haber ganado en Ohio fue John F. Kennedy en 1960.
Ubicado en el centro del cinturón industrial y con 80% de la población blanca, Ohio es el sitio ideal para Trump. Su promesa de "Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande" restableciendo puestos industriales ha tenido gran repercusión en los condados del este de Ohio, que tradicionalmente han sido enclaves demócratas muy sindicalizados. En la región de los Apalaches del estado -que alguna vez albergó plantas de acero y minas de carbón prósperas-, los demócratas dicen que se sienten frustrados de que el partido haya dado prioridad a cuestiones sociales por encima de los esfuerzos para mejorar las perspectivas económicas.
Estos sentimientos son moneda corriente en el condado de Mahoning, que alguna vez fue un motor de producción de acero y un bastión demócrata. Los republicano locales ven una oportunidad de cambiar esto este año.
Fuera de la sede del partido Republicano de Boardman, una ciudad de Mahoning, un camioneta pick-up lleva un cartel que implora a los demócratas que se "Pasen de bando y voten a Trump". Dentro del edificio, que funciona como la oficina de la "victoria" de la campaña de Trump, Mark Munroe, el presidente del partido del condado, dice que lo sorprendió el desempeño de Trump en las primarias de marzo en Ohio.
Según los resultados, votaron 34.000 personas en las primarias republicanas. "Quedé sorprendido porque solo había unos 14.000 o 15.000 republicanos en el condado de Mahoning", afirma. "Es algo bastante estimulante para un presidente de partido republicano de un condado que se ha estado dando la cabeza contra la pared durante 40 años en un área altamente demócrata".
Mientras que Kasich ganó en Ohio en las primarias, Trump ganó en Mahoning y otros condados del este situados a lo largo del Río Ohio.
Según el secretario de estado de Ohio, más de 6000 personas registradas como demócratas votaron como republicanos en las primarias de 2016, mientras que otros 21.000 votantes sin afiliación se sumaron a las huestes del partido Republicano.
Tom Mackall, presidente de una empresa de minería de carbón del condado de Columbiana, sostiene que Trump "le da miedo", pero va a apostar porque no ve otra alternativa posible. Mackall, que se vio obligado a cerrar minas de carbón, afirma que muchas personas de la región se enojaron mucho cuando Clinton sugirió que más mineros de carbón se quedarían sin trabajo en medio de un cambio hacia la energía renovable.
Rich Birkhimer, un minero de carbón a quien Mackall tuvo que despedir, es un ejemplo de las presiones en la región de los Apalaches. Dice que comentarios como los de Clinton y el hecho de que nadie ayudó a las personas de su área es una de las razones por las que su familia demócrata va a votar por Trump en noviembre. El candidato republicano ha criticado duramente acuerdos comerciales tales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que sigue siendo profundamente impopular en el estado.
En la sede demócrata de Mahoning, el desafío que enfrenta Clinton en el condado de 231.000 habitantes es obvio. El sábado antes del primer debate presidencial del 26 de septiembre, cuatro miembros del ala oeste de la Casa Blanca visitaron Mahoning para colaborar con los esfuerzos de Clinton para que la voten. Pero solo unas pocas decenas de voluntarios fueron a su encuentro. El lunes, Clinton hizo su primera aparición en Ohio en casi un mes y Bill Clinton viaja hacia allí esta semana.
Brian Beck, uno de los voluntarios, dice que Trump estaba atrayendo a los demócratas no porque los votantes lo prefiriesen a él antes que a Clinton, sino porque estaban "hartos de los políticos de carrera": una opinión común en las marchas de Trump.
Sentado en la sede republicana de la ciudad de Columbiana, Dave Johnson, el presidente del partido, cita otra prueba de que Trump está generando más entusiasmo en la región: los funcionarios del partido Republicano están vendiendo letreros de Trump por u$s 4 o 5. En general, les cuesta regalarlos.
Johnson tuvo que despedir trabajadores y cerrar fábricas de su empresa familiar de cerámica a causa de la competencia de bajo costo de China y México. Dice que los republicanos y demócratas ven algo en Trump que les da esperanza. "Este tipo es diferente. Es como el Brexit de Inglaterra", sostiene Johnson.El voto femeninoSi bien Clinton tendrá que esforzarse en partes del este de Ohio, lleva una ventaja en otro segmento del electorado: las mujeres votantes. Se espera que siga ampliando esa ventaja después de que Trump generase más polémica la semana pasada. Después de que lo hiciera morder el anzuelo en el primer debate presidencial refiriéndose a Alicia Machado, una exMiss Universo a quien Trump una vez llamó "Miss Cerdita", se embarcó en una diatriba de una semana, que incluyó tuits en los que decía que la exreina de belleza había filmado un video sexual, una acusación que no se demostró.
Cuando habló después del debate, Borges estaba nuevamente exasperado ante la retórica de su candidato. "Hillary Clinton es una delincuente, es una mentirosa. Es la figura del establishment por excelencia en una elección de cambio", sostiene Borges. "Empezaba a parecer un hecho que no iba a ganar. Lo que no entiendo es por qué estamos hablando de algo que nos ayuda a ganar en las próximas cinco semanas ¿Por qué estamos hablando de videos sexuales?"
Esta preocupación resuena en lugares como Delaware, un condado republicano al norte de Columbus, donde a Trump le fue peor en las primarias republicanas.
Rachel Laing, una exfiscal de Delaware, abrió el capítulo de Ohio de "Mujeres republicanas por Hillary". Dice que su decisión fue un tema de "valores por encima del partido", dada la postura de Trump con respecto a las mujeres. "No se puede minimizar su vasto historial de comentarios sobre mujeres", sostiene. "Es derogatorio e insultante."
En un evento de campaña de Clinton en Delaware, Ann Marie Thomas, una maestra, dice que participa como voluntaria porque siente que Trump no está preparado para ser presidente, y le genera temor, a diferencia de Mitt Romney en 2012.
Pero Sara Marie Brenner, presidente del condado de Delaware para la campaña de Trump, afirma que la mayoría de las mujeres republicanas apoyarán al candidato porque les preocupa más el tipo de jueces liberales que Clinton designaría para la Corte Suprema.
Bob Paduchik, un estratega veterano de Ohio contratado por Trump para dirigir su campaña en el estado, también desestia comentarios que el candidato sufrió con las republicanas, y señala que recientemente logró grandes avances.A la zagaUn factor que ayudará a definir la carrera de Ohio es el éxito de las campañas a la hora de lograr que los votantes acudan a las urnas. En general, se creía que Trump se había demorado en trazar su estrategia en Ohio, lo que en parte reflejaba sus débiles esfuerzos a nivel nacional, pero también porque algunos republicanos cercanos a Kasich no querían hacer enojar al gobernador. En entrevistas con decenas de republicanos y demócratas de Ohio, la opinión está dividida en cuanto a si el hecho de que Kasich no diese su apoyo al candidato podría perjudicar a Trump en el estado.
Doug Preisse y Robert Klaffky, dos asesores de Kasich, afirman que el gobernador no está interfiriendo en la campaña. Preisse, el presidente republicano del condado de Franklin, dice que el gobernador hacía todo lo que le pedían desde la campaña de Trump. Pero dice que están menos relacionados con la organización estatal del partido.
"Le funcionó [a Trump] jugar de solitario en las primarias. En cierto modo, ese enfoque también es la esencia de la elección general. Podría funcionar", sostiene Preisse. Klaffky agrega que la campaña de Trump ahora está "empezando a parecerse más a una campaña tradicional, solo que más pequeña".
Una persona cercana al equipo de Clinton sostiene que no hay que subestimar a su rival. Señala que Trump tenía una operación para utilizar datos para identificar votantes "tan sofisticada" como el equipo de Clinton y cuenta con un director de campañas experimentado como Paduchik. Agrega que es fundamental para la campaña de Clinton conseguir el voto afroamericano, un grupo que tiende a votar a los demócratas.
John Green, un experto en política de la Universidad de Akron, dice que Trump tuvo que esforzarse con las mujeres blancas suburbanas y los profesionales, pero que el apoyo de estos grupos había aumentado antes del debate.
"Lo que está marcando la diferencia es que algunas de estas circunscripciones tradicionalmente republicanas están mucho más abiertas a votar a Trump", agrega. "La brecha entre géneros se achicó. El apoyo que recibe de votantes universitarios aumentó. El apoyo que recibe en los suburbios muestra un mejor panorama y se está quedando con el voto de la región de los Apalaches."
Kyle Kondik, autor de The Bellwether: Why Ohio Picks the President (El barómetro: Por qué Ohio elige el presidente), sostiene que el estado es desde hace tiempo uno de los principales termómetros de las elecciones, ya que los cambios en Ohio solían reflejar cambios a nivel nacional.
Pero mientras el resto de Estados Unidos se diversifica más en términos étnicos, ese paralelo está cambiando lentamente. Kyle dice que Trump podría ganar en Ohio, pero perder las elecciones, lo cual solo ocurrió dos veces en los últimos 124 años en el estado.
Mike Curtin, un representante estatal demócrata y subeditor de Columbus Dispatch, afirma que a Trump le está yendo bien en parte porque Ohio no es tan representativo del Estados Unidos moderno. Datos censales recientes revelan que 82% de los habitantes de Ohio son blancos en comparación con el 73% a nivel nacional, mientras que los hispanos representan 3% de la población en comparación con el 17% a nivel nacional.
"Estados Unidos sigue diversificándose, pero Ohio va muy a la zaga", sostiene Curtin. "Esta es la principal razón por la que la antigua reputación de Ohio de barómetro político se está extinguiendo."
Las tendencias demográficas parecen estar infundiendo un espíritu más republicano en Ohio. Según datos estatales, sus 88 condados se hicieron más republicano en los últimos cuatro años. Condados urbanos, como aquellos donde se encuentran las ciudades de Columbus, Cincinnati y Cleveland, han sido testigos de un cambio de 7-10% del partidismo demócrata, con Mahoning y Columbiana cerca de la cima, con 22%.