Dominique de Villepin, ex primer ministro de Francia, habló ayer del “espíritu vengativo del presidente francés Nicolas Sarkozy al iniciarse el juicio por supuesto intento de difamar a su rival, en un caso lleno de intrigas.
En el primer día de audiencias por el llamado asunto Clearstream, Villepin sostuvo que es la víctima de un juicio político. “Estoy aquí por la voluntad de un hombre. Estoy aquí por el espíritu de venganza de un hombre, Nicolas Sarkozy, quien también es el presidente de la República Francesa , declaró el ex primer ministro cuando llegó al tribunal de París rodeado por su esposa y sus hijos.
Se lo acusa de intentar implicar a Sarkozy en una operación corrupta de venta de armas, para frenar sus ambiciones de convertirse en candidato presidencial por el partido de centroderecha Unión por un Movimiento Popular (UMP), hace cinco años.
Si se lo halla culpable, Villepin podría enfrentar una condena de hasta cinco años de cárcel.
El juicio por el caso Clearstream promete ser uno de los más apasionantes que se dieron en Francia en las últimas décadas, y podría dejar al descubierto las luchas intestinas en la cumbre del poder. También puede arrojar luz sobre las tenebrosas relaciones entre los dirigentes políticos y los servicios de seguridad del país.
Se trata de un caso muy inusual porque Sarkozy es uno de los 40 demandantes y su abogado podrá repreguntar a los testigos. Los abogados de Villepin dijeron ayer ante el tribunal que el hecho de que esté involucrado Sarkozy –quien goza de inmunidad y es responsable en última instancia del servicio del Estado que tiene a su cargo los procesos judiciales– contraviene el principio de igualdad ante la ley.
Es central en el caso la acusación de que en 2004 Villepin habría tratado de implicar a Sarkozy en una investigación sobre el pago ilegal de comisiones por la venta de fragatas francesas a Taiwan, en la década de los 90. Se enviaron documentos al juez que investigaba ese caso, que después resultaron falsos.
Villepin y Sarkozy eran ambos protegidos del ex presidente Jacques Chirac. Pero mientras Sarkozy se distanció de su mentor a mediados de los 90, Villepin se mantuvo leal y fue preparado para ser sucesor de Chirac, lo que enfureció a Sarkozy.