Hablar de crecimiento en el actual momento de recesión económica, puede sonar casi a ironía, pero los momentos de crisis son los que nos señalan que algo debe cambiar. El monotributo nació como una herramienta para formalizar, con un bajo costo administrativo, a un sector de contribuyentes que de otra manera podrían pasar fácilmente a la informalidad. Por tomar solo algunos datos; en el año 2000 existían un millón de responsables inscriptos en IVA y un millón de contribuyentes del Monotributo. Hay este último universo es de 3,5 millones de contribuyentes, mientras que los responsables inscriptos continúan en una cifra que oscila en el millón de contribuyentes. Estos datos nos demuestran que algo pasa y las causas no pueden agotarse solamente en el hecho de razonar que "algunos monotributistas esconden su real capacidad contributiva". Debemos asumir que en el régimen general conviven una gran cantidad de impuestos a los que siempre se puede sumar uno más (Aporte Solidario y Extraordinario para morigerar efectos de la pandemia) o pueden incrementarse tasas de imposición (Bienes Personales) o incluso generarse nuevas percepciones sobre impuestos ya existentes (operaciones con moneda extranjera). Y entonces las causas del crecimiento en el universo de monotributistas pueden encontrarse en la famosa Grieta... La Grieta Fiscal que los monotributistas no quieren cruzar, porque en nuestra ingeniería tributaria conviven más de 160 impuestos y el monotributo representa un bálsamo por la baja presión tributaria que soporta un contribuyente (aproximadamente el 6,5% de la facturación), en comparación al régimen general.Si pensamos que la recaudación del monotributo representa aproximadamente el 0,5% del total, crece el universo de contribuyentes que aportan muy poco a la recaudación y se mantiene estable el universo de contribuyentes que aportan fuertemente en la recaudación. Entonces podemos vislumbrar el mapa de nuestros desaciertos. De un lado de la Grieta la presión tributaria pega con fuerza a los contribuyentes del régimen general, mientras que Grieta de por medio el régimen simplificado otorga "ciertas ventajas". La Grieta divide un régimen del otro donde los sujetos del régimen general no pueden ingresar al monotributo y los sujetos del monotributo no quieren entrar en el régimen general. Se habla desde hace tiempo en la necesidad de generar algún sistema que sirva de puente entre el monotributo y el régimen general para que el traspaso de uno a otro régimen sea más "amigable" en términos fiscales. Sin embargo mientras existan estas diferencias tan marcadas entre uno y otro régimen, en lo que respecta al costo económico de los impuestos y su administración, no hay incentivo para crecer facturando más para salir del monotributo. Si los niveles de facturación ponen en riesgo la permanencia en el monotributo resulta más económico dejar de realizar operaciones que efectuarlas y pasar al régimen general. Los tributos deben acompañar el crecimiento de los contribuyentes y no transformarse en un obstáculo, y quizás la energía no debe plasmarse tanto en encarecer el régimen del monotributo sino en tratar de hacer menos gravoso el régimen general, con un gran universo de contribuyentes en él. Solo de esta manera podremos ver que se activa el círculo virtuoso de la inversión poniendo en marcha la economía, la producción y el empleo. Atender las necesidades de financiamiento del sector público no debe limitarse solamente a equilibrar el presupuesto aumentando la cantidad de impuestos o sus alícuotas. La delicada aplicación de los impuestos debe enmarcarse en un plan general que haga rentable hacer negocios en el país. -- El Dr. Mario Juan Rapisarda es Contador Público Nacional graduado en la UNLZ, especialista en temas tributarios; siendo su correo electrónico mjrapisarda8@gmail.com