Pese a las tasas altas y encajes por las nubes, la presión cambiaria no afloja. Con escándalos políticos golpeando al Gobierno y en las vísperas de las elecciones, el mercado empieza a mirar a septiembre y octubre, meses donde espera que la tensión en la plaza continúe y se intensifique si el Gobierno sufre un revés en la provincia de Buenos Aires. Y si bien los analistas creen que el tipo de cambio se acercará al techo de la banda, apuestan a que no lo perforará. Si bien en la primera mitad de agosto el tipo de cambio retrocedió desde $ 1380 hasta los $ 1310, luego de trepar 14% en julio, esa caída se revirtió a partir del 21 de agosto. Entre los factores principales, señalan una reducción de las exportaciones por estacionalidad del agro, importaciones al alza y una mayor dolarización de carteras. Pero también subrayan errores no forzados del Gobierno en política monetaria. "Se suman problemas en la ejecución e implementación de la política monetaria que generan más incertidumbre, en un contexto donde políticamente el gobierno también tiene traspiés", aseveró Claudio Caprarulo, presidente de Analytica. Con un fuerte apretón monetario, que incluye encajes bancarios al 53,5% y la posibilidad de integrar una parte de ellos con títulos públicos, el Gobierno espera llegar al 26 de octubre con el dólar contenido y un acotado pase a precios que no impacte en la inflación. Federico Machado, economista del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN), destaca que en el mercado de cambios importa la cantidad de dinero, pero también su velocidad: "El conjunto de medidas erráticas en política monetaria del Gobierno que llevan a pensar en un cambio drástico post elecciones hace caer la demanda de dinero y por ende presionar al alza al dólar, aún con la misma cantidad de pesos". Pero las elecciones también influyen. "Quedan por delante quince días y en un contexto tan complejo es bastante tiempo. El resultado de la licitación de esta semana es importante", agregó Caprarulo. Si La Libertad Avanza sufre una derrota en el primer test, el 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno enfrentará más presión cambiaria hasta los comicios legislativos de medio término, que se celebrarán el 26 de octubre. Las encuestas también juegan su partido: si en esos 49 días no vaticinan un triunfo sobre el kirchnerismo, la incertidumbre y el pesimismo se apoderará del mercado. "Si el 7 de septiembre el resultado es malo, lógicamente habrá mayor presión del mercado. No veo al Gobierno realizando un cambio de esquema de ninguna manera antes del 26 de octubre, con lo cual el límite seguirá siendo la banda superior y probablemente lleguemos a octubre con el dólar más cerca de la misma y tasas aún más altas", consideró Machado. En cambio, si el oficialismo saliese airoso de las dos contiendas electorales, la tensión bajaría. "Un buen resultado para la LLA es un espaldarazo para su programa económico, pero no garantiza que automáticamente se restablezca cierta estabilidad", opinó, por su parte, Caprarulo. Mientras transcurre la campaña electoral, comienzan a sentirse los efectos de la actual política monetaria y cambiaria sobre el nivel de actividad y sobre el crédito, que sufrirán una caída en el segundo semestre del año. "Aun cuando las tasas reales seguirían en niveles elevados, con los eventuales efectos negativos en la actividad en el tiempo, de continuar sostenida la habitual mayor dolarización previa a comicios, podría extenderse un deslizamiento del dólar hacia $ 1400, y los inversores seguirán monitoreando de cerca que el ¨pass-through¨ continúe siendo limitado", vaticina el economista Gustavo Ber. Faltan dos meses para las elecciones de octubre. En Argentina, es toda una eternidad.