Los inversores creen que la aplastante victoria de Vladimir Putin en las elecciones presidenciales de Rusia será positiva para la economía del país.
Si bien los mercados emergentes en general ayer retrocedieron 1,4%, el índice ruso RTS trepó 1,4%. Los inversores parecen estar apostando a que desaparecerá la incertidumbre pre-electoral y que la economía mejorará con el mandato del presidente electo. Sin embargo, podrían decepcionarse.
En primer lugar, no hay forma de saber cómo terminará la nueva ronda de protestas por fraude electoral que comenzó ayer mismo en Moscú. Fortalecidos por el éxito que tuvieron criticando las elecciones en diciembre en la Duma, los manifestantes esperan mantener la presión sobre las autoridades.
No está en duda el regreso de Putin al Kremlin porque su margen es enorme. La ventaja sobre sus rivales no se observó el día mismo de la votación sino durante las semanas, los meses y años anteriores, mientras las autoridades sofocaban y manipulaban la oposición política. No hubo una verdadera competencia, y el abuso de los recursos del gobierno garantizó que nunca hubiera dudas sobre quién sería el ganador de las elecciones, comentó un observador de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.
Durante la década, y más, que estuvo en el poder, Putin se convirtió en un experto en suprimir protestas mediante amenazas y cooptación de enemigos. Pero esa práctica podría estar alcanzando sus límites. El crecimiento económico impulsado por el petróleo, que permitió a Putin encabezar durante una década mejoras sin precedentes en el estándar de vida del pueblo, podría estar llegando a su fin. Además, la creciente clase media ya no se conforma con simples avances materiales; y quiere opinar sobre el manejo, por ejemplo, de los pésimos servicios públicos rusos. Finalmente, los residentes, hasta los seguidores de Putin, están disconformes con el alto nivel de corrupción.
La clave está en la economía. Antes de la crisis de 2008, el presupuesto federal se mantenía en equilibrio con el petróleo a menos de u$s 50 el barril. Este año, la cifra ronda los u$s 120. Y Putin hizo generosas promesas de campaña apuntadas a subir todo, desde las jubilaciones hasta el sueldo del ejército.
En otras palabras, la máquina de Putin no puede funcionar si no suben los precios del crudo. Los valores elevados no son suficientes, porque en cuanto entra más dinero, más se gasta, y más se malversa. Por lo tanto, los precios tienen que seguir subiendo para acomodarse a la siempre creciente demanda. Políticamente, compran consentimiento. Económicamente, elevan la dependencia del petróleo y debilitan los esfuerzos de reformar la economía, de impulsar las industrias nuevas y de combatir la corrupción.
Los conflictos en Medio Oriente en estos momentos están manteniendo elevados los valores del crudo, por lo que no hay peligro de una caída. El líder supremo Ayatollah Ali Khamenei es el mejor amigo de Putin.
No obstante, un acuerdo con Teherán por el programa nuclear podría suavizar las tensiones. y no pasará mucho tiempo antes de que Moscú enfrente problemas financieros.
Renaissance Capital calcula que con el petróleo a u$s 90 el barril, la cuenta corriente caerá en déficit en 2013; y se calcula que en 2014 el precio rondará los u$s 100.
