Como en los últimos años el crecimiento se estancó o hasta se revirtió en gran parte del mundo occidental, todos los bancos dispuestos a prestar fondos y con un plan sólido para aprovechar los mercados más dinámicos del mundo fueron debidamente recompensados.
Por lo tanto, no es casualidad que las acciones del Standard Chartered, hayan subido más de 130% desde que tocó su nivel más bajo a principios de 2009, un alza 38% superior al índice FTSE de bancos globales.
Si lo comparamos con un par de semanas atrás, las cifras son aún más extremas. Hasta principios de marzo, la acción era sencillamente explosiva, el desempeño había sido 65% mayor. El último descenso se debió a algunos malos resultados de la semana pasada. El anuncio de que las ganancias cayeron ligeramente en el primer trimestre del año fue suficiente para que el precio de la acción retroceda más del 10% en los cuatro días siguientes a la noticia.
La razón es bastante simple. Las operaciones centrales del banco no generan el mismo rendimiento que antes; los mercados emergentes de alto riesgo ofrecen ahora el mismo crecimiento (prácticamente cero) que los mercados desarrollados de bajo riesgo.
StanChart no es el único. Otros bancos globales con fuerte presencia en Asia y América Latina también sufrieron un desempeño decepcionante en el primer trimestre.
Un ejemplo es Santander, cuyas operaciones en América Latina brindaron durante años un rápido crecimiento y compensaron los problemas que atravesaba el grupo en el mercado interno español. En lo que va de este año, los beneficios de dicha diversificación se han convertido en un lastre. A pesar de que ha aumentado constantemente sus préstamos y depósitos, disminuyeron 13% su margen de interés neto, que es la diferencia que ganan los bancos entre el endeudamiento y los préstamos concedidos. La situación se agravó al aumentar las pérdidas en los préstamos en la región.
Al igual que en otros mercados de todo el mundo, los cada vez más fuertes bancos locales compiten con sus rivales internacionales. La resultante contracción de los márgenes se agravó a raíz del exceso de dinero barato que se inyecta en la economía en el mundo entero, especialmente en EE.UU. y Japón.
Para Santander, el resultado fue una caída de 18%, el equivalente a 900 millones de euros, en la suma generada por sus operaciones latinoamericanas.
HSBC experimentó resultados similares. Sus ganancias de América Latina se redujeron en una cuarta parte durante el primer trimestre del año, debido a que cayeron su margen de interés neto y las operaciones de banca de inversión.
Citigroup obtuvo un beneficio neto sin cambios en la región compensando una contracción en la banca de inversión y en los servicios por transacciones expandiéndose en la banca individual.
Sin embargo, para HSBC y Citi los beneficios de la diversificación global impulsaron el desempeño general del grupo. Ambos bancos aún están en pleno plan de reestructuración.
HSBC ya redujo su fuerza de trabajo de más de 300.000 a menos de 260.000, y miles de puestos adicionales se verán eliminados este año.
Citi, asimismo, está recortando 11.000 empleos y Mike Corbat, el nuevo CEO, ha acelerado los esfuerzos por encontrar mayores eficiencias dentro de la empresa.
Los beneficios de las reestructuraciones son, por supuesto, limitados. Los bancos de la talla de StanChart pueden potencialmente recurrir a esa opción en caso necesario. Pero para todos, la incómoda verdad es que, a menos de que se active el crecimiento de base en los mercados emergentes, incluso los bancos mejor diversificados lucirán definitivamente menos atractivos.
