Se sabe poco aún quién apuntó al avión MH17 de Malaysian Airlines. Pero el hecho de que un misil derribe un avión de pasajeros que volaba a gran altura, tal como sugiere Kiev, demuestra que el conflicto en el este de Ucrania llegó a un nuevo nivel en términos de armamento y tácticas militares.
Para destruir un avión comercial a 10.000 metros de altura se requiere un sistema de misiles de un grado de sofisticación hasta ahora considerado más allá de las capacidades de los separatistas pro-rusos. Frente a esto, la pregunta es cuál será exactamente ese sistema y, lo que es más importante, de dónde proviene.
Durante semanas, las fuerzas paramilitares de las regiones de Donetsk y Lugansk han llevado adelante una exitosa campaña milística tierra-aire.
Este año fueron derribados al menos diez aviones militares ucranianos, incluyendo helicópteros Hind Mi-24 y Mi-8, aviones de transporte An-30 y An-26 y, el mes pasado, una nave militar IL-76 con 49 soldados.
Hasta ahora, los aviones en Ucrania oriental fueron atacados con misiles lanzados desde sistemas de defensa área portátil (Manpad, por sus siglas en inglés), que tienen un alcance limitado de alrededor de 3.500 metros.
Los oficiales militares de Occidente aseguran que Rusia es la fuente de tal arsenal. Los lanzamisiles antiaéreos PZR GRIM, por ejemplo, provienen del acopio georgiano que se llevó Rusia después de la guerra de 2008 y los mantuvo en reserva para usar como arsenal negable en conflictos encubiertos, aseguran.
El Kremlin cree que armar a los rebeldes con capacidades antiaéreas es la única manera de evitar que Kiev derrote a las fuerzas rebeldes, aseguró un oficial de inteligencia. Si los separatistas logra crear una zona de tráfico aéreo restringido, pueden privar a Kiev de una importante ventaja militar sobre los rebeldes.
Sin embargo, el lunes de esta semana la amenaza superficie-aire proveniente de los rebeldes ucranianos cambió drásticamente. Un avión de transporte ucraniano An-26 fue derribado mientras volaba a 6.500 metros, mucho más allá del alcance de un sistema de misiles portátil. El ataque hizo sonar las alarmas en Kiev. Si bien hasta el momento era un hecho aislado, los oficiales de Kiev ahora tienen pocas dudas sobre qué causó ese incidente y la caída del MH17. Señalan con el dedo el lanzamisiles Buk fabricado en Rusia.
Con un alcance de 11 kilómetros, un Buk podría fácilmente haber lanzado un misil al MH17. También es un sistema de diseño simple que pueden operar personas con muy poco entrenamiento.
Los funcionarios de Kiev temen que se esté usando un sistema Buk; y ese temor surge de las redes sociales. Cerca de cinco horas antes de la caída del MH17, gente que vive cerca de la ciudad de Grabovo, donde ahora están desparramados los restos del avión, detectaron un lanzamisiles Buk.
Lo difícil es ubicar de dónde apareció ese lanzamisiles Buk.
Tanto los militares ucranianos como los rusos poseen esos sistemas. Kiev opera sesenta Buk 9K37, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Moscú opera 350, incluyendo una cantidad elevada de Buk 9K317, que son más modernos.
Es el sistema antiaéreo estándar soviético, aseguró Igor Sutyagin, del Royal United Services Institute y experto en táctias y equipos militares rusos. Sabemos que los sistemas de misiles cruzaron la frontera rusa en las últimas semanas, pero que este tipo de sistemas haya caído en manos de los separatistas es nuevo.
La mejor evidencia que surgió hasta ahora es que el lanzador Buk cayó en manos rebeldes el 29 de junio. Ese día, las fuerzas rebeldes tomaron el control de una base en los suburbios de Donetsk, donde se ubicaba la unidad de misiles superficie-aire A1402 del ejército ucraniano.
Lo más probable, según Stuyagin, es que las fuerzas rebeldes, equipadas con un Buk, hayan apuntado al avión equivocado, y ahora están tratando de tapar todo rastro. Según él, un avión militar IL-26 ucraniano estaba volando en la zona al mismo tiempo que el MH17. Ambos son grandes, con cuatro motores, bastante similares en perfil y tamaño.
