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Estados Unidos confirmó el día de ayer, 2 de septiembre, un ataque letal en aguas del Caribe contra una embarcación cargada con drogas que partió de Venezuela.

Donald Trump celebró la operación como un triunfo contra el narcotráfico y aseguró que la nave estaba vinculada a una organización narcoterrorista. El balance, según el propio mandatario, fue de once fallecidos.

La reacción en Caracas fue inmediata: Nicolás Maduro acusó a Washington de fabricar una narrativa sobre el narcotráfico para justificar nuevas agresiones y desplegó tropas en la costa y la frontera con Colombia, además de llamar a civiles a sumarse a una milicia popular.

El incidente se produce en un clima ya cargado de tensiones, con la ONU y actores regionales pidiendo cautela ante el riesgo de una escalada.

España quedó fuera de la alianza contra el narco y ahora fija su posición

Hace apenas cinco días se conoció que España no fue incluida en la alianza internacional impulsada por Estados Unidos para combatir el cártel de los Soles, en la que participan países como Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y México.

El distanciamiento entre Trump y Sánchez ya había quedado expuesto en anteriores desencuentros: el gasto militar de la OTAN, las divergencias sobre el conflicto en Gaza y la exclusión de España en la cumbre de Washington junto a Volodímir Zelenski.

A ojos de Washington, la falta de compromiso militar español y la postura crítica de Sánchez frente a ciertas decisiones estadounidenses debilitan la relación bilateral. En el plano europeo, analistas señalan que la ausencia española en la estrategia caribeña refleja un aislamiento preocupante.

Sánchez, sin embargo, rechaza hablar de enfrentamiento. En una reciente entrevista, defendió que existen "disparidades" en cuestiones globales como la emergencia climática o la inmigración, pero insistió en que España mantiene una relación "amistosa" con Estados Unidos.

Pese a ello, en el tablero internacional, la exclusión de Madrid de la ofensiva contra el narcotráfico venezolano deja la incómoda imagen de un Gobierno sin capacidad de incidencia en un asunto clave para la seguridad regional.

Además, la ausencia de Madrid generó duras críticas en la oposición, con Alberto Núñez Feijóo acusando al Gobierno de "carecer de una política exterior seria" y de mantener una cercanía inconveniente con el régimen de Maduro. Vox, por su parte, exigió que la Unión Europea incluya al cártel en la lista de organizaciones terroristas.

Este miércoles, el Gobierno marcó distancias con el ataque militar estadounidense

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, afirmó en Onda Cero que la lucha contra el narcotráfico "es una auténtica prioridad" para España, pero siempre a través de "medios civiles y policiales, y nunca medios militares".

Subrayó que el narcotráfico "es un fenómeno extendido en América Latina" y que España apoya a todos los gobiernos que lo combaten abiertamente.

Albares defendió además que el papel de España en la región es "unir, mediar y estar junto a todos los pueblos hermanos del pueblo español", en referencia al rol especial que mantiene el país en América Latina.

Con este mensaje, el Ejecutivo buscó remarcar una estrategia distinta a la de Washington, que optó por la vía militar para enfrentarse al régimen de Maduro y al narcotráfico vinculado a Venezuela.

Respecto a las acusaciones de Trump contra Nicolás Maduro por sus presuntos vínculos con el tráfico de drogas, Albares evitó posicionarse directamente.

¿Qué horizonte se abre para España en este escenario de tensiones?

La ofensiva de Trump contra Venezuela se proyecta como un nuevo factor de inestabilidad para la política exterior española. Mientras Washington busca consolidar un frente internacional contra Maduro, Sánchez apuesta por una estrategia de equilibrio que combine la defensa del multilateralismo con el refuerzo de la autonomía europea.

El riesgo para España es quedar marginada en un terreno donde otros socios europeos, como Francia o Italia, ya ocupan posiciones de liderazgo.

Desde el Palacio de la Moncloa, la respuesta se centra en relativizar el alcance de la operación y subrayar que la política exterior no puede reducirse a "acompañar sin condiciones a Estados Unidos".

El riesgo para el Ejecutivo de Sánchez es quedar atrapado entre dos frentes: por un lado, la presión de la oposición interna que exige un alineamiento más claro con Washington y Bruselas; por el otro, la necesidad de no romper puentes en América Latina, donde España busca proyectarse como interlocutor privilegiado.

La exclusión de la alianza contra el cártel de los Soles y el contraste con el ataque militar estadounidense exponen esa tensión de fondo: la dificultad de sostener un papel autónomo en la escena internacional sin pagar costos en influencia.