En esta noticia

En España, pedir el reconocimiento de una incapacidad permanente implica acceder a una prestación económica destinada a garantizar ingresos al trabajador, ya que no puede continuar con su profesión. Tanto el importe como las condiciones dependen del grado que determine la Seguridad Social.

Por norma general, hay cuatro: Incapacidad Permanente Parcial, Total, Absoluta y Gran Invalidez, cada una inhabilitando al trabajador hasta cierto punto y otorgando una ayuda de diferente importe según la cotización.

Así, en el caso de la Incapacidad Permanente Parcial la persona debe acreditar una disminución no inferior al 33% en rendimiento normal para su profesión. Mientras, quien tenga reconocida una Total estará inhabilitado para su profesión, siempre que pueda dedicarse a otra distinta, pudiendo optar a una ayuda del 55% de su base reguladora.

Mientras, los que tengan una Incapacidad Permanente Absoluta podrán cobrar el 100% de su base reguladora por estar inhabilitados para realizar cualquier trabajo, tanto el habitual como otro distinto. Para la Gran Invalidez, además de no poder trabajar, la persona necesita asistencia de otra para realizar las actividades básicas del día a día.

La Seguridad Social está denegando la mayoría de solicitudes de incapacidad permanente por estos motivos

Con todo, para acceder a cualquiera de ellas el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) debe valorar la enfermedad o lesión del solicitante para comprobar qué limitaciones tiene, un proceso que se complica cuando se trata de enfermedades mentales.

En el caso de las físicas, el diagnóstico suele ser más contundente, pero para las cuestiones de salud mental hay que tener en cuenta otros aspectos.

  • ¿Qué pasa con las enfermedades mentales?

Los abogados especialistas en incapacidad laboral del bufete Fidelitis han denunciado que el INSS deniega la mayoría de solicitudes de incapacidad permanente por problemas mentales, algo que se debe a las propias características de estas patologías. Entre los motivos que alegan las autoridades para rechazarlas, destacan dos:

  • "Exageración de síntomas". Muchas veces los evaluadores de la Seguridad Social entienden que el paciente puede estar exagerando las limitaciones o secuelas de la enfermedad para conseguir la incapacidad permanente.
  • Porque suelen actuar por brotes en los que las secuelas y limitaciones actúan de forma mucho más acusada, como en el caso de la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

"Lo cierto es que la Administración deniega casi todas las pensiones por incapacidad permanente a la mayor parte de los pacientes que padecen alguna enfermedad mental" por estas dos razones, algo que empuja a muchas personas a resignarse y no solicitarla, simplemente por no tener síntomas físicos. "Lo que evalúan son las fases en las que el trabajador se encuentra bien y las fases en las que está regular, pues se otorga una baja médica sin más al trabajador", denuncian desde Fidelitis.

A pesar de ello, los trabajadores que padezcan alguna enfermedad mental también tienen derecho a solicitar el reconocimiento de una pensión por incapacidad permanente. "Cuando la enfermedad mental nos impide realizar una actividad laboral, nos corresponde una incapacidad permanente. Hay que ver en qué grado, pero nos corresponde".