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Cuando ayer a última hora se conoció la decisión de CriteriaCaixa, holding de la Fundación La Caixa, de romper el preacuerdo alcanzado en abril para tomar el 20% de Celsa, a la vez que se abrió el interrogante sobre el futuro de la siderúrgica vasca, quedó claro el motivo por el cual el poderoso hombre del Grupo catalán, Isidro Fainé, defenestró al entonces consejero delegado de Criteria, Ángel Simón.

A solo un año y medio del nombramiento de Simón, Fainé colocó en su puesto a Francisco Reynes, presidente de Naturgy, cargo que conserva. Comencemos por la caída de Simón para entender la decisión de Criteria anunciada ayer en un comunicado conjunto con Celsa.

Como se recordará, el pasado 29 de abril, el mundo de los negocios español se sacudió con la noticia del relevo de Simón al frente del holding industrial del banco catalán. En su momento se achacó la decisión, y con acierto, de que no contaba con la total confianza de Fainé.

¿Por qué el malestar de don Francisco con Simón? La pregunta tiene su lógica al repasar los números que dejó el ejecutivo despedido. En el ámbito corporativo, la cartera del holding con Simón alcanzó poco más de los 30.000 millones de euros.

Asimismo, duplicó el peso del holding en el accionariado de Telefónica, tras el ingreso de los saudíes propietarios de la operadora STC, movimiento del gusto del Gobierno de Pedro Sánchez, del que CriteriaCaixa se convierto en un aliado de fiar en la estrategia de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) de bloquear el ingreso de socios indeseados en compañías españolas estratégicas.

Pero precisamente en el armado de la cartera de activos del holding, Simón colocó la bomba que terminaría estallándole en su rostro: unas semanas atrás de su destitución en CriteriaCaixa, anunció un principio de acuerdo con Celsa para adquirir el 20% de la compañía.

La alarma sonó poco después cuando el holding comunicó el freno de la operación para pasar "a un periodo de estudio". Hoy tenemos la certeza de que las dos decisiones, la salida de Simón y la del holding de no entrar en el accionariado la siderúrgica, ya estaban prácticamente tomadas.

Celsa, la operación truncada

Vale recordar que el entendimiento firmado con Celsa, negociación en la que intervino Citigroup, se centraba en una ampliación de capital por unos 250 millones de euros, independientemente de que la operación dependía del resultado una due diligence en marcha y al análisis final del consejo de administración del consorcio controlado por la Fundación La Caixa.

Sin embargo, la viabilidad de la operación estuvo en duda desde el comienzo, entre otros motivos por la ausencia de un socio industrial previo y una base financiera que garantizase el cobro de dividendos.

Argumentos detallados en el comunicado hecho público a última hora de ayer. "El consejo de administración de CriteriaCaixa analizó la operación en el marco de la situación económica, de los mercados financieros y del sector, y tuvo también en cuenta el encaje de dicha operación en el plan estratégico de la Fundación La Caixa que será presentado próximamente, y especialmente en relación con la capacidad de sus participaciones en atender una política de dividendos sostenible a largo plazo", afirmó.

Pero hay más causas que empujaron a los catalanes a dar un paso atrás, y una de ellas tiene que ver con una moderación del negocio siderúrgico tanto a nivel local como mundial, provocado por la subida de los precios de la energía y las restricciones en la demanda.

Con todo, el nivel de endeudamiento de Celsa hizo que los los estrategas de CriteriaCaixa analicen la viabilidad del negocio, con el riesgo que el fuerte pasivo conlleva.

Si bien es cierto que la siderúrgica, y primer productor europeo de acero circular bajo en emisiones, se desprendió dos meses atrás de sus dos filiales en Reino Unido y Noruega, los activos más rentables del grupo, sacrificados en la hoguera de equilibro contable, para reducir el pasivo en 600 millones de euros, rebajó, como contrapartida, el atractivo de la empresa para atraer a un partner industrial.

Lo cierto es que a pesar de los esfuerzos de la compañía por reducir la deuda, el dinero que debe Celsa suma unos 1500 millones de euros, de los cuales 500 millones tendrán que ir a parar al pool de bancos acreedores, mientras que los 1.000 millones restantes tienen como destino los fondos que tomaron el control de la compañía.

Así las cosas, la firma que preside Rafael Villaseca, y tras entender los motivos que llevaron a los catalanes a romper el preacuerdo, afirmó que respeta la decisión tomada por CriteriaCaixa "y también manifiesta su acuerdo en dar por finalizadas las negociaciones".

Celsa, subraya, además, que cuenta con el apoyo de sus accionistas actuales para desarrollar su plan de negocio 2025-28, "basado en un nuevo reforzamiento de su posición industrial y en importantes mejoras operativas que se está desarrollando con notable éxito, y que está consiguiendo importantes aumentos de Ebitda, así como una significativa reducción de su endeudamiento".

Posibles caminos alternativos

Caída la solución CriteriaCaixa, tres nombres suenan con fuerza para ocupar el espacio que dejaron los hombres de Faimé.

Se trata de los también catalanes de CL Group, la gallega Megasa y los vascos de Sidenor, aún sin concretar su ingreso en el fabricante de trenes de alta velocidad Talgo.

Estas tres opciones no son nuevas, ya que desde hace tiempo están en la línea de partida para entrar en el accionariado de Celsa. Que, por cierto, tampoco hay que descartar que cualquiera de ellas tres participe en una operación que incluya una segregación de la siderúrgica por unidades de producción.

Asimismo, y quizás como efecto colateral, CriteriaCaixa decidió, también, frenar su entrada en el capital de Europastry, según publican distintos medios.

Vale recordar que a finales de marzo, CriteriaCaixa anunció un principio de acuerdo para hacerse con el 20% de la compañía de pan y bollería congelada mediante una ampliación de capital, operación valorada en unos 280 millones de euros, inyección de dinero destinado a la expansión de la empresa panadera catalana, tras sus reiterados fracasos de salir a Bolsa.