

En Madrid, las cafeterías no son solo barras y mesas: son memoria viva. Hoy cierra una cafetería histórica que marcó una época, escenario de tertulias elegantes y de una trama clandestina que, en plena II Guerra Mundial, desafió a la barbarie.
Pero lo que la convierten en leyenda no son sus tartas ni sus scones, sino aquello que ocurrió a puerta cerrada. ¿Qué local es, por qué ha cerrado y cómo pudo "salvar" a más de 30.000 personas perseguidas por el nazismo? La respuesta llega tras el primer subtítulo.

Qué local cierra y por qué su historia importa hoy
Se trata de Embassy, la cadena nacida del mítico salón de té del paseo de la Castellana. La marca echó el cierre de todos sus establecimientos en marzo de 2025 por "falta de liquidez", tras no recuperarse del golpe de la pandemia y del encarecimiento de materias primas y energía, según adelantó ABC.
El impacto es doble: hablamos de una enseña con casi un siglo de vida -fundada en 1931- y de un emblema que ya había despedido en 2017 su local histórico del número 12 de Castellana. Aquel adiós abrió la caja de recuerdos de su papel en la guerra y el exilio.
Cómo ayudó a escapar a más de 30.000 judíos bajo la mirada nazi
Lo esencial ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Con la embajada alemana a pocos metros y bajo la presión de la Gestapo de Paul Winzer y el propagandista Hans Lazar, Embassy operó como refugio y pasarela hacia la legación británica.
Los historiadores cifran en "alrededor de 30.000" las personas -judíos en su mayoría- que lograron evitar arrestos y deportaciones desde ese circuito de ayuda, según la crónica de El Español.
El sótano -donde funcionaba el horno- acogía indocumentados que recibían comida, abrigo y efectivo. ABC documenta que la embajada británica llegó a gastar más de mil libras diarias para sostener la red, que sacaba a refugiados en coches diplomáticos desde la propia puerta del salón de té.
Quién fue Margarita Kearney Taylor y qué papel jugó la inteligencia británica
La clave fue Margarita Kearney Taylor, la británica (de ascendencia irlandesa) que fundó Embassy en 1931 y articuló, junto al embajador Sir Samuel Hoare, una cobertura humanitaria que hoy reivindican historiadores y diplomáticos. Su rastro se reconstruye en el libro La clave Embassy, de Patricia Martínez de Vicente, hija del médico de la embajada británica Eduardo Martínez Alonso, que participó en la red de evacuaciones.

Qué pasa ahora con el legado: trabajadores, archivos y memoria
El cierre de 2025 dejó incógnitas sobre empleados y continuidad de la marca: ABC informó de líneas desactivadas y ausencia de respuesta oficial, además de la caída de actividad en redes y web corporativa.
En paralelo, la memoria del caso se preserva en libros, reportajes y actos conmemorativos, como los impulsados por la Embajada de Irlanda.
Que hoy se hayan bajado las persianas no borra lo esencial: Embassy fue un engranaje civil en una cadena de rescate hecha de anónimos, diplomáticos, médicos y camareros. El nombre se va de las marquesinas; la historia, no.














