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Salir de casa y volver para revisar si la puerta quedó cerrada o si la hornalla del gas se apagó es más común de lo que parece. A veces ocurre por simple distracción, otras por ansiedad, y en ciertos casos puede estar asociado a conductas obsesivas que generan malestar. La psicología estudia este comportamiento porque refleja cómo la mente maneja la duda, la memoria y la necesidad de control.

Investigaciones recientes muestran que quienes repiten estos chequeos no siempre tienen peor memoria, sino menos confianza en lo que recuerdan. Esa falta de seguridad alimenta la compulsión de comprobar una y otra vez. Para algunos, se trata de un hábito pasajero; para otros, de una rutina que interfiere con la vida diaria y que puede vincularse con un trastorno obsesivo-compulsivo.

Por qué volver a revisar no siempre es un problema psicológico

Uno de los factores más frecuentes detrás de esta conducta es la distracción. Al salir de casa, el cerebro puede estar ocupado en pensamientos de trabajo, horarios o preocupaciones, y no registrar con claridad la acción de cerrar o apagar algo. Esa "laguna" en la memoria genera inseguridad.

Un estudio publicado en Behaviour Research and Therapy analizó la memoria de personas con conductas compulsivas de verificación y concluyó que, aunque recordaban tan bien como otros, confiaban menos en su memoria. En palabras de los autores, "el chequeo repetido disminuye la confianza subjetiva, incluso si la memoria objetiva no está afectada".

El vínculo entre el TOC y la conducta de comprobación constante

Otra explicación está en la ansiedad. La idea de que algo puede salir mal -un robo, un incendio, un escape de gas- activa la necesidad de controlar. Verificar reduce la ansiedad momentáneamente, pero cuando se repite mucho se convierte en un círculo vicioso.

La dificultad para tolerar la incertidumbre es uno de los factores que impulsan este comportamiento. Investigadores de la Universidad de Montreal comprobaron que quienes sienten más incomodidad con la duda tienden a realizar más chequeos compulsivos.

Además, un estudio en Frontiers in Psychiatry (2022) halló que la relación entre ansiedad y compulsión a revisar se ve potenciada en personas con menor memoria visuoespacial, es decir, la capacidad de recordar detalles como la posición de una llave o un interruptor.

Cómo entrenar la mente para confiar más en la memoria

Volver a chequear una vez no es un problema. Pero si el comportamiento se vuelve frecuente, consume tiempo o genera malestar intenso, puede indicar un cuadro obsesivo-compulsivo.

Un meta-análisis publicado en Psychological Medicine confirma que las personas con TOC tienden a tener una confianza más baja en su memoria y percepción, lo que explica la necesidad de comprobar constantemente aunque objetivamente recuerden bien.

Los especialistas diferencian entre:

  • Chequeo normal: volver de vez en cuando por distracción o precaución.

  • Chequeo compulsivo: hacerlo siempre, varias veces, con ansiedad y dificultad para salir de casa sin realizarlo.

Qué recomiendan los psicólogos

Para quienes lo experimentan de manera ocasional, una estrategia útil es realizar las acciones de manera consciente: mirar, nombrar en voz baja y registrar el cierre o apagado. También sirven listas de verificación visibles cerca de la puerta.

En casos más intensos, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es el tratamiento más efectivo. Incluye técnicas de exposición con prevención de respuesta, donde la persona aprende a tolerar la incertidumbre sin caer en el ritual del chequeo.

En definitiva, lo que para muchos es un simple regreso a revisar puede ser la punta de un problema más complejo. Y aunque la psicología aclara que no siempre implica un trastorno, sí conviene prestar atención cuando la duda se convierte en un obstáculo cotidiano.