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El príncipe William vuelve a acaparar los focos tras poner en cuestión una de las ceremonias más antiguas y sagradas de la monarquía británica. El acto, que ha marcado el reinado durante más de un milenio, podría transformarse por completo bajo la corona de su futuro rey.

Desde hace meses, su figura ha sido catalogada como la de un reformista moderado, distinto a su padre, el rey Carlos III. Su intención es clara: modernizar el alcance y la forma de la monarquía, haciéndola más relevante y accesible para la sociedad actual.

Fuente: EPA/POLITICO POOLFRANCIS CHUNG / POOL

Un rechazo a las tradiciones reales

Fuentes cercanas al diario The Times aseguran que William considera el uso de la Corona imperial del Estado al final de la coronación como algo "ridículo, digno de un cuento de Disney".

Es por esto que planea eliminar la ostentosa corona, valorada en varios miles de millones de libras, como parte de un rito que descarta la pompa innecesaria.

Este gesto va más allá del simple adorno: simboliza su propósito de aligerar los gastos reales y poder acercar la ceremonia de coronación a la sensibilidad contemporánea.

Una ceremonia más corta y simbólica

Según analistas británicos, la próxima coronación será "mucho menos formal, menos rígida" que la de Carlos III, cuya celebración el 6 de mayo de 2023 fue calificada como solemne y tradicional. William, en cambio, busca un rito más breve, directo y adaptado al ritmo actual de la sociedad.

Se prevé que la ceremonia conserve su carácter religioso y constitucional, pero reduciendo elementos rituales excesivos. No se sabe cuánto recortará, pero se espera un formato que sorprenda por su sencillez elegante.

Adiós al juramento de homenaje popular

Uno de los cambios más significativos planeados por William es suprimir el tradicional juramento de homenaje del pueblo. Esa intervención, donde los presentes juran lealtad con frases largas y formales será sustituida por algo más breve y directo.

Al parecer, en lugar del antiguo texto, los asistentes simplemente pronunciarán: "Dios salve al rey William". Este gesto responde a una voluntad de adaptar las costumbres a una audiencia moderna, más conectada con mensajes sencillos y simbólicos.

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Una monarquía más moderna y económica

William no solo quiere cambiar la coronación, también planea una transformación estructural de la monarquía. Dice estar "concienciado del coste" que supone para el contribuyente y busca una organización más eficiente y ligera.

Además, se ha reunido junto con Carlos III y Kate Middleton para trazar estrategias y definir una visión común de futuro. Su objetivo: una monarquía que conecte con las nuevas generaciones, sin renunciar a su relevancia, pero adaptada a la realidad del siglo XXI.

William aspira a dejar un legado de modernización responsable. Esto está en línea con quienes creen que el futuro monarca será un moderado reformista, no un radical, y que sus decisiones se basan en aprendizajes de su abuela, la reina Isabel II, y el ejemplo de su padre, el rey Carlos III.