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Casi 40 años después de su último informe sobre los efectos de una guerra nuclear, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido oficialmente mandatada para retomar este análisis.

La resolución no fue unánime: 28 países se abstuvieron y 14 votaron en contra, entre ellos Rusia y Corea del Norte. La decisión fue tomada en mayo de este año, en la Asamblea anual de Ginebra, donde 86 Estados miembros votaron a favor de reactivar estos estudios.

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El último informe de la OMS sobre armas nucleares data de 1993. Desde entonces, el mundo ha cambiado drásticamente: nuevas potencias nucleares han emergido, las tensiones geopolíticas se han intensificado y los avances científicos permiten hoy una evaluación mucho más precisa de los riesgos.

La votación, inusual en este tipo de foros, refleja la incomodidad que genera el tema. "Nos complace que la gran mayoría de las naciones reconozcan la importancia de actualizar estos estudios fundamentales", declaró Charles Johnson, director de políticas de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear.

Impacto en salud de una guerra nuclear: lo que conocemos hasta ahora

Una guerra nuclear tendría efectos devastadores e inmediatos sobre la salud humana. Las explosiones provocarían quemaduras severas, lesiones traumáticas y una mortalidad instantánea en las áreas afectadas.

Sin embargo, los efectos no se limitarían a esos momentos iniciales. La radiación ionizante induciría enfermedades agudas y crónicas, tales como cáncer, daños genéticos y complicaciones reproductivas.

Los sistemas sanitarios colapsarían de manera rápida. La infraestructura médica sería destruida o quedaría inoperativa y los profesionales de la salud se verían expuestos a condiciones extremas sin los recursos necesarios. "Una guerra nuclear no solo causa muertes en el momento del estallido, sino que deja una huella de sufrimiento que perdura a lo largo de generaciones", advierten expertos de la OMS.

Adicionalmente, la contaminación radiactiva afectaría el agua, los alimentos y el aire. Esto daría lugar a crisis humanitarias prolongadas, con desplazamientos masivos, inseguridad alimentaria y brotes de enfermedades infecciosas. Las repercusiones serían globales, incluso para naciones no directamente implicadas en el conflicto.

La amenaza nuclear regresa al debate global

El regreso de este tema a la agenda de la OMS no es fortuito. En los últimos años, las tensiones entre potencias nucleares han incrementado. Conflictos en Europa del Este, Asia y Medio Oriente involucran a naciones con capacidad atómica, lo que ha reavivado temores que parecían superados tras la Guerra Fría.

Estados como Estados Unidos, Reino Unido y Francia llevaron a cabo pruebas nucleares en el siglo XX en territorios como las Islas Marshall, Australia y Argelia. En la actualidad, esos países apoyan la necesidad de actualizar los estudios, aunque algunos, como Reino Unido y Francia, se abstuvieron en la votación argumentando que "otros organismos ya realizan evaluaciones similares".

Rusia y Corea del Norte, que votaron en contra, sostienen que este encargo excede las funciones de la OMS y que implicará un gasto considerable en un momento de crisis financiera para la organización. No obstante, para muchos países, especialmente aquellos que han sufrido ensayos nucleares en su territorio, el tema es apremiante y no puede seguir postergándose.

¿Está la humanidad lista para enfrentar una guerra nuclear?

Uno de los puntos más preocupantes es la falta de preparación de los sistemas de salud ante un escenario nuclear. La mayoría de los países no cuenta con protocolos actualizados ni con los recursos necesarios para enfrentar una catástrofe de esta magnitud. La pandemia de COVID-19 ya evidenció las debilidades estructurales del sistema sanitario global.

La OMS buscará ahora actualizar sus estudios en base a los avances científicos y tecnológicos más recientes. Esto incluirá simulaciones de impacto, análisis de escenarios y recomendaciones para mitigar los efectos sobre la salud pública. "Necesitamos pruebas autorizadas y actualizadas sobre el riesgo que supone una guerra nuclear para la supervivencia humana", subrayó Johnson.

Además, se espera que el nuevo informe sirva como base para políticas de prevención, educación y cooperación internacional. La salud pública no puede quedar al margen de los debates sobre seguridad global. La preparación ante lo impensable es, hoy más que nunca, una necesidad urgente.