La reciente elección del Papa número 276 de la historia, León XIV, ha abierto un escenario inesperado para la monarquía española. Con la misa solemne de inicio del pontificado a pocos días de celebrarse, todas las miradas están puestas en la reina Letizia. No por su presencia, sino por su atuendo.
Si asiste, estará obligada a cumplir una regla antigua del protocolo vaticano: vestir de blanco. Y no se trata de una elección de estilo, sino de una norma que refleja siglos de tradición e influencia religiosa.
Esta imposición, conocida como privilegio del blanco (privilège du blanc), es un gesto simbólico reservado a muy pocas mujeres en el mundo. Entre ellas, solo las reinas consortes católicas pueden lucir este color en presencia del Papa durante ceremonias solemnes. Letizia, como reina de España, entra en esta categoría. Pero lo que podría parecer un privilegio, en realidad es una presión en aumento, según advierten especialistas en protocolo real.
La situación se agrava por el contexto político y religioso internacional. León XIV, de nombre civil Robert Francis Prevost, ha sido elegido con la intención de actuar como figura conciliadora en un momento de fuerte polarización en Estados Unidos. Su perfil humilde y austero, sumado a la expectativa de un papado más riguroso, intensifica el peso del protocolo, incluso en lo simbólico. En ese tablero global, la imagen de Letizia podría convertirse en un mensaje diplomático.
El protocolo del Vaticano: una norma histórica que Letizia no puede ignorar
Según explicó el experto en realeza José Moreno en su cuenta oficial de X (antes Twitter), "la reina doña Letizia, siguiendo el protocolo impuesto por el Vaticano, debería enfundarse en un vestido de corte midi -por debajo de las rodillas-, luciendo sobre su testa peineta y mantilla".
Todo ello en blanco impoluto, en contraste con el negro riguroso del resto de las invitadas. La última vez que se vio una imagen así fue en 1978, cuando la reina Sofía asistió de blanco a la misa de inicio del pontificado de Juan Pablo II.
En 2013, cuando la reina Letizia asistió a la ceremonia de inicio del papado de Francisco, aún era princesa y no tenía acceso a este privilegio. Fue en 2014, al convertirse en reina consorte, cuando pasó a formar parte del selecto grupo de mujeres autorizadas a vestir de blanco ante el Papa. Ahora, con León XIV al frente del Vaticano, se espera que cumpla esta regla.
Moreno apunta que "la etiqueta vaticana se ha flexibilizado considerablemente en los últimos años", lo que deja abierta una posibilidad de interpretación o incluso de objeción. Sin embargo, al tratarse de la inauguración oficial de un pontificado, la presión por respetar el protocolo se intensifica. No hay precedentes recientes de una reina española ejerciendo este derecho.
León XIV: un papa con raíces americanas y exigencias claras
León XIV tiene 69 años, nació en Estados Unidos y tiene nacionalidad peruana y ascendencia española. Su elección como pontífice ha sido interpretada como un intento del Vaticano de proyectar una imagen de renovación en medio de tensiones políticas, especialmente en su país de origen. En palabras del expresidente Barack Obama: "Este es un día histórico para Estados Unidos, y rezaremos por él mientras comienza la sagrada labor de liderar la Iglesia católica".
En ese marco, la presencia de líderes mundiales en la misa de inicio del pontificado adquiere un valor diplomático significativo. Aunque todavía no hay confirmación oficial de la asistencia de los reyes Felipe VI y Letizia, se espera una respuesta en breve. Si asisten, el atuendo de la reina será más que un gesto de estilo: será una declaración política, religiosa y de respeto institucional en medio de su tempestuosa relación con la Iglesia Católica por ser una agnóstica confesa.