¿Qué pasaría si las historias más conocidas sobre Jesús no fueran tan únicas como pensamos? Una teoría, tan fascinante como controvertida, asegura que la figura central del cristianismo podría tener un antecedente en Mitra, una deidad adorada en el mundo antiguo.
Este planteamiento, que divide a historiadores y teólogos, se basa en la idea de que el cristianismo primitivo pudo haber heredado símbolos, fechas y rituales del mitraísmo, un culto de misterio popular en el Imperio Romano.
Una religión de misterio en el Imperio Romano
El mitraísmo se originó en las culturas indo-iranias y fue adaptado por el Imperio Romano entre los siglos I y IV d.C. Mitra, deidad asociada a la luz y el sol, era venerado en ceremonias secretas a las que solo accedían iniciados, en su mayoría soldados romanos.
Uno de los puntos más llamativos para los defensores de esta teoría es que Mitra nació de una roca y su nacimiento se celebraba el 25 de diciembre, fecha que siglos después el cristianismo adoptaría como la Navidad.
Además, en iconografía romana, a veces aparece rodeado de doce figuras, interpretadas como representaciones de constelaciones, pero que algunos ven como un posible paralelismo con los doce apóstoles.
Las coincidencias entre ambas figuras, según sus defensores, son demasiadas para ignorarlas.
Similitudes que alimentan la hipótesis
Quienes sostienen esta conexión señalan paralelismos como:
Nacimiento milagroso: Mitra nació de una roca, Jesús de una virgen.
Comidas rituales: en el mitraísmo, el sacrificio del toro (tauroctonía) se conmemoraba con un banquete, similar a la Última Cena cristiana.
Día sagrado: el domingo, dedicado al sol en el mitraísmo, pasó a ser el día de culto cristiano.
Salvación y vida eterna: ambas tradiciones incluyen promesas de vida después de la muerte.
Aunque impactantes, muchos académicos advierten que estas semejanzas pueden deberse a influencias culturales comunes en las religiones antiguas, y no necesariamente a un vínculo directo.
Qué dice la comunidad académica
La mayoría de historiadores y teólogos rechazan esta teoría por falta de pruebas directas. Señalan que las fuentes sobre el mitraísmo son escasas y fragmentarias debido al carácter secreto de sus rituales.
Además, subrayan que las diferencias doctrinales son profundas. Jesús es una figura históricamente documentada en varias fuentes independientes, mientras que de Mitra apenas hay registros escritos directos.
La figura de Jesús también está vinculada a un mensaje ético y teológico que no tiene equivalente exacto en el culto a Mitra.
La posibilidad de que las religiones se mezclen
Aun con las objeciones, la hipótesis invita a reflexionar sobre el sincretismo religioso, es decir, la mezcla de elementos de distintas creencias para formar nuevas tradiciones. Este fenómeno fue común en el mundo romano, donde los cultos se influenciaban entre sí.
De confirmarse alguna conexión, podría significar que ciertas narrativas sobre Jesús fueron moldeadas en parte por creencias y prácticas previas. Esto no restaría valor a la fe, pero sí modificaría la forma en que entendemos su origen.
Más allá de las creencias personales, este debate recuerda la necesidad de abordar la historia con rigor académico y mente abierta. Ni el cristianismo ni el mitraísmo existieron en un vacío cultural; ambos se desarrollaron en un entorno donde las ideas circulaban, se mezclaban y evolucionaban.
Aceptar o rechazar esta teoría no depende solo de la fe, sino de la evidencia disponible. Y, por ahora, esa evidencia apunta a que, aunque hay similitudes llamativas, no existe una prueba definitiva que vincule a Jesús con Mitra más allá de coincidencias históricas y culturales.