Las baterías han evolucionado rápidamente en las últimas décadas, pero siguen enfrentando desafíos importantes en cuanto a duración, seguridad y sostenibilidad. La NASA, siempre a la vanguardia de la innovación tecnológica, ha desarrollado una batería que promete cambiar por completo el panorama energético. Con una vida útil de hasta 30 años, esta nueva tecnología podría convertirse en una alternativa revolucionaria frente a las actuales baterías de litio.
A medida que el mundo avanza hacia una transición a una energía más limpia, la necesidad de soluciones de almacenamiento eficientes es más urgente que nunca. La NASA, en colaboración con la empresa EnerVenue, ha apostado por una batería de níquel-hidrógeno que ofrece mayor durabilidad, minimiza los riesgos de seguridad y reduce el impacto ambiental.
La NASA revoluciona las baterías con su tecnología de níquel-hidrógeno
La NASA ha desarrollado una tecnología basada en baterías de níquel-hidrógeno, utilizadas inicialmente en la Estación Espacial Internacional (EEI). La empresa energética alemana RWE está realizando pruebas en Milwaukee, Wisconsin, para evaluar su eficacia y potencial a largo plazo.
Estas baterías, fabricadas por EnerVenue y conocidas como EnerVenue Energy Storage Vessels (ESVs), prometen más de 30.000 ciclos de carga y descarga, lo que las convierte en una opción de almacenamiento de energía duradera y fiable. Su estructura utiliza hidrógeno como ánodo y níquel-hidróxido como cátodo, encapsulados en depósitos seguros y herméticos.
El diseño innovador garantiza bajas presiones internas, lo que minimiza los riesgos de accidentes. Además, en 2020, un avance liderado por el profesor Yi Cui de Stanford permitió reducir los costos al reemplazar los catalizadores de platino por una aleación de níquel, molibdeno y cobalto. Esto abrió la puerta a la comercialización de la tecnología, haciéndola más accesible para proyectos energéticos de gran escala.
¿El futuro del almacenamiento energético? La apuesta de la NASA
El proyecto de RWE tiene como objetivo validar el rendimiento de estas baterías en situaciones reales, comprobando su capacidad de carga y descarga repetida, así como su resistencia a lo largo de los años. Los resultados podrían consolidar esta tecnología como una opción clave en el camino hacia una transición energética sostenible.
Con su estrategia Growing Green, RWE pretende ampliar su capacidad global de almacenamiento desde los actuales 0,7 GW hasta 6 GW para 2030. Si estas baterías cumplen lo prometido, podrían jugar un papel esencial en la transformación energética del futuro.